Uno de los principales obstáculos que uno se encuentra en la personalidad, es juzgarse demasiado duro, lo cual hace restar fuerzas que pueden ser aprovechadas en formas más creativas. Si bien es natural juzgarse, ya que forma parte de los procesos de la personalidad, que nos hace ser consciente de que debemos corregir ciertas cosas, no podemos dejar que esto se vuelva una constante.

El juez viene con la consciencia

Tener un juez interno es una buena señal, este viene cuando ya hay consciencia de los propios actos y de nuestra responsabilidad para con ellos. Muchos no lo tienen, hacen sus actos y jamás se les pasa por la cabeza de alguna manera pueda ser responsabilidad suya. Entonces el juez interno es una inevitable respuesta del subconsciente cuando aceptas tus responsabilidades, ya que en vez de esa fuerza de rabia dirigirla hacia alguien o algo, te la diriges hacia ti mismo, y eso no es fácil.

En la vida hay diferentes jueces. La naturaleza es un juez implacable, acción – reacción en su justa proporción, la sociedad también juzga, nuestros padres de niño nos juzgaron duros, y ahora que somos conscientes de nuestra batalle en la vida, nos juzgamos nosotros.

El miedo a perder o a equivocarse

Probablemente en algún momento de tu vida has trabajo en una mesa donde tenías papeles importantes y por error has regado un café o un jugo. Te molestas, ya que piensas en el tiempo invertido perdido y que tendrás que volver a hacer todo de nuevo. A lo largo de nuestro transcurso por la vida es natural equivocarse, y esas equivocaciones a veces traen caos, dolor e incomodidad.

Volviendo al ejemplo del café que se riega en las hojas, que sucede si aparte de eso, la mesa en la que trabajas se va al suelo debido a que es una mesa vieja y no la habías reparado, el banco en el que te sientas se va al suelo contigo porque estaban mal posicionado. Lo que sucede es que te enojas mucho más. Y que sucede si aparte de eso, otros elementos de tu oficina se empiezan a dañar, por ejemplo, la lámpara, las ventanas, etc., entonces la molestia y la frustración serán mucho mayor. Con el tiempo pierdes confianza en ti mismo, y nace el temor de que algo más se empiece a arruinar.  Si algo más se llega a dañar, te recriminas con fuerza, sientes miedo de que vuelva a suceder porque seguro no lo vas a disfrutar. Lo mismo sucede cuando se dañan las cosas en tu vida.

En esta situación ¿es torpe el que esta dañando las cosas, o es que las cosas estaban muy dañadas? Ninguna de las 2 cosas. En primer lugar, las cosas simplemente en algún momento se dañan sino se cuidan, y, en segundo lugar, la persona ha empezado a ser consciente de que debe hacer algo y es su responsabilidad, no de alguien más.

El largo camino de tratar de evitar el dolor

Normalmente cuando las personas empiezan a sufrir las consecuencias de sus actos, en vez de enfrentarlos y aprender para que no vuelva a suceder, lo que hacen es evitarlos. Entonces volviendo al ejemplo de la persona en la oficina, y si se cae de la silla en la que estaba, en vez de mirar porque se fue al suelo y reparar, lo que hace es evitar volver a sentarse en una silla, y prefiere trabajar de pie. Esto trae un problema mucho mayor que caerse de la silla, porque al empezar a trabajar de pie, empiece a trabajar muy incómodo, y empiezan a surgir dolores musculares de espalda que con el tiempo serán más dolorosos.  Así con muchas personas, sufren una decepción amorosa y en vez de aprender porque y mejorar, lo que hacen es evitar volver a tener una relación amorosa, que le traerá problemas de seguridad y estabilidad emocional, lo cuál es mucho peor que tener una tormentosa relación que te puede enseñar mucho.

Lección avanzada: Aprender a sufrir o aprender a golpearse

Una de las lecciones más avanzadas de la vida, tipo universidad, es aprender a sufrir, sé que suena duro esto que estoy diciendo, no suena bonito, pero es la realidad. No tanto porque la vida te de duros golpes y te acostumbres a que la vida te someta a su frio látigo, sino porque los golpes de la vida no tienen tanto poder de derrumbarte y por tanto no tienes tanto miedo. Si en algún momento el frio látigo de la vida viene sobre tu espalda, tu estarás mejor preparado a diferencia de como fue la primera vez.

Esto se compara a como cuando te pierdes en una isla, al principio aguantarás hambre, frio y sueño, ya que no sabes donde encontrar los alimentos, no tienes donde resguardarte y no estabas preparado. La persona aplicada aprende a sobrevivir en la isla, a conseguir sus alimentos, a construir un refugio, a buscar algo para soportar el frio. La próxima vez que se pierda en una isla estará más que preparado y no sufrirá. Por otra parte, el cobarde esperará el rescate, sufrirá, no aprenderá nada, y si lograr sobrevivir, evitará salir de la casa.

Esa falta de recursividad y de las pocas ganas de enfrentar las situaciones de la vida, tiene que ver mucho con la formación de niños. Para el niño que aprendió desde pequeño a tomar decisiones y solucionar situaciones, se le es más fácil hacerlo que aquel que fue sobreprotegido o que conseguía todo fácil. Que remedio, hay cosas que se tienen que aceptar.

Para superar el duro juez interno, debes perder el temor a equivocarte, a que la gente vea que te equivocas y no eres perfecto. Solo cuando lo logras esto, entonces dejarás de sentirle tanto temor a la vida y al qué dirán. Cuando ya no tienes tan arraigado ese miedo, entonces tu juez interno ya no será tan severo contigo. Aceptarás que a veces te puedes equivocar y que, si llega a suceder, de alguna manera lo vas a solucionar.

Relax boy, debes de ser valiente y luchar.

Por supuesto aprender a sufrir no es fácil, lo mismo que no es fácil aprender matemáticas, o rebajar 10 kilos en el gimnasio. Solo es a travesar el proceso, solo es vivir. Hoy en día la sociedad tiene una excesiva orientación hacia conseguir las cosas fáciles, a recibir todo a cambio de nada. Forma parte de la vida arrebatar las cosas, ganárselas, luchar valientemente por conquistarlas.

Nos parece poético escuchar las historias de hombres valientes que lucharon y vencieron a cientos de enemigos con sus propias manos. Nos gustaría parecernos a esos héroes que lograron la victoria. Vemos en la televisión a ese samurái que con su espada rajo el cuello de 10 enemigos con una maestría absoluta.

La verdad es que ese samurái para llegar a esa maestría tuvo que hacer muchos sacrificios, tuvo que entrenar mucho. Su arte, es el fruto de años de dedicada disciplina, no es algo que surgió de la nada. Los valientes fueron hombres que para llegar a ser héroes trabajaron duro.

Mucha agua mineral, mucha crema de manos, muchas servilletas, nos está volviendo frágiles, muy acostumbrados a la comodidad, al facilismo, a la falta de esfuerzo. A veces hay que tomar la presa con las manos limpias y no temer ensuciarse las delicadas manos.

La verdadera batalla ya no se enfrenta en los campos de batalla que veíamos en las antiguas guerras. El verdadero valiente no surgirá en un bosque por derrotar a un oso con sus manos. El valiente, el héroe, es el que sobrevive a la batalla de la vida, que a vencido sus deseos, que domina su mente, y que mantiene la serenidad como aquel que es dueño de la situación.

Dejar de tenerle tanto miedo a la vida solo sucede cuando enfrentas a la vida, y esto sucede en el tiempo, no es algo inmediato. Por otra parte, enfrentar la vida y salir victorioso es de valientes, de hombres preparados que vencen sus temores.

Cuando te has acostumbrado a vencer muchas batallas, entonces harás como ese valiente samurái maestro que entra en un bar con muchos enemigos, y se sienta tranquilo en una mesa a tomar su té, y nadie se atrevería a tocarlo, y si lo hacen, vencerá. Ahora bien, deja de soñar tanto y de ver series de televisión, y conviértete en un samurái en la vida diaria. Esos enemigos que a veces aparecen es la vergüenza, el juez interno, el miedo al que dirán, que no tienen porque tocar a quien ya tiene confianza en si mismo, que es hombre de cientos de batallas superadas.

Enfócate en crear herramientas de superación

Vencer a la vida no es fácil, debes tener una cantidad de herramientas y una suficiente habilidad de karateca para poder superarla. Así que, en vez de estar pensando en fantasías y cosas irrealistas, mejor entrena duro, desarrolla nuevas habilidades. Enfoca tus esfuerzos en ello, y cada día serás mas fuerte para no tener el temor a equivocarte, a fracasar, a la burla, al error. Sin ese temor, no serás tan duro contigo mismo. Muchas veces la gente es violenta con una por el temor, y uno es violento consigo mismo por ese mismo temor.

En vez de estar en tu casa temeroso, sal y enfrenta el mundo. Empuña tu espada y aprende a manejarla, esa espada es tu lengua, úsala para influenciar a los demás, para convencerlos. Desarrollar esa habilidad no es fácil, por ello debes entrenar más y más, debes reconocer que es un largo camino y que debes entrenar. Golpea a tus enemigos con fuerza, esos enemigos son las situaciones difíciles que no has superado. Vuélvete experto en el manejo de tu espada, aprender a vencer enemigos de un solo golpe, y en algún momento serás como ese valiente samurái.

Enfócate en hacer, en trabajar, en lograr resultados. Por ese camino iras bien y no mal. Ese camino te llevará a la victoria. La vida es de trabajar para llegar a obtener unos resultados deseados. Escoge bien tus metas, revisa que te darán los resultados esperados. Empieza ahora.