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En el inconsciente colectivo tenemos asociado al castigo como una forma de solucionar las cosas, todo surge desde las antiguas religiones y hasta hace poco los mimos padres aplicaban ceberos castigos a sus hijos.

Es correcto responder por nuestros actos como una forma necesaria de reparar algo, pero esto también genera una huella en la que podemos provocar situaciones difíciles por el hecho inconsciente de que creemos que las merecemos.

El artículo de hoy nos permite ver cómo el cerebro produce situaciones para castigarse y genera actitudes que evitan el castigo por todos los medios.

Les recomiendo ver el vídeo que hice recientemente del tema.

5 Actitudes inconscientes para evitar el castigo

A nadie le gusta las situaciones duras que producen dolor, así que tratamos de evitarlas.  Cuando hemos vivido situaciones difíciles inconscientemente las hemos asociado con el castigo, así que esto genera cierto temor hacia la vida, creemos que la vida nos espera a la vuelta de la esquina con un gran lazo para castigarnos por alguna torpeza que vayamos a cometer.  Sabemos que no somos muy sabios ni perfectos, entonces creemos que en algún momento nos vamos a equivocar, y esta actitud genera varios tipos de situaciones que buscan prevenir el castigo o el dolor.  Veamos cuales:

  1. Tratar de controlarlo todo: Perfeccionismo y falsa fuerza.

La mejor manera de evitar que una situación nos haga daño, es tratar de controlarlo todo, buscar la perfección de tal manera que nada salga mal.  Dependiendo de la personalidad se puede manifestar de varios modos.  Si somos intelectuales, entonces buscamos saberlo todo, ya que el conocimiento de todo nos indica por cual lado pueden salir las cosas mal.

Si somos personas más prácticas, entonces buscamos contralar a los demás, y todos tienen que marchar a nuestro ritmo para así asegurar que las cosas salgan como creemos que deben de salir.  Este afán produce ansiedad, y también muchos conflictos con los demás.

El otro asunto es que buscamos ser mucho más fuertes de lo que somos capaces de llegar a ser.  Creemos que al ser más fuertes, más perfectos, nada nos podrá afectar. Es por eso que a veces sentimos esos impulsos por destacar, por ser mejor que otros, y resultamos metidos en situaciones para las que no estamos preparados, produciéndonos más conflicto.

  1. Aislamiento y miedo a la vida.

A pesar del afán de controlarlo todo, hay cosas que se salen del control, ya que la vida es tan imprevista que pueden suceder todo tipo de situaciones inesperadas.  Es por ello que muchas veces preferimos aislarnos, y evitamos situaciones nuevas que nos puedan causar daño. Nada de hacer nuevos amigos, ni de salir, ni buscar nuevas oportunidades, ya que toda cosa nueva es algo que nos puede hacer sufrir.

Al tratar de evitar enfrentar muchas situaciones en la vida, nos hace perder muchas habilidades, y por eso es que estando quietos nos llegan todos los problemas, y nos tendremos la capacidad de enfrentarlos, porque hemos perdido la habilidad.

  1. Acostumbrarnos a tener la cabeza en bajo.

A veces en la vida hemos recibido duros golpes en el amor, en la salud o en el trabajo, y todo eso nos hace perder autoestima, confianza en sí mismo. De cierta manera las situaciones duras nos hacen aterrizar y nos dicen que hay que dejar de soñar tanto, que hay que poner los pies en la tierra y enfrentar la realidad.  A la larga terminamos agachando la cabeza, creyendo que no somos tan especiales y que no vamos a conseguir nada especial.

Si ya hay pocas cosas que nos puedan hacer saltar de alegría y estamos convencidos de que esa será nuestra vida, entonces dejamos de buscar nuevas experiencias, y más bien nos resguardamos en las situaciones que ya conocemos.  Así sea que la situación sea difícil; pero es algo a lo que ya nos hemos acostumbrado y pensamos que de este modo no nos puede suceder algo malo. Por ese motivo podemos permanecer años enteros atados a situaciones muy duras.

  1. Autoengaño como una forma de no aceptar la realidad.

Mientras que nuestra vida se estanca a nuestra alrededor, puede estar surgiendo gente con mucho éxito. Pero como no nos gusta sentirnos como los de menos, entonces generamos una distancia con respecto a esas personas, y empezarnos a convencernos a nosotros mismos de que somos mejores que ellos.

Nos empezamos a apegar a teorías y creencias que exaltan la pobreza, la ruina y el desprecio a lo material. Al no ser capaz con algo, entonces lo despreciamos y consideramos que no vale la pena. De esta manera nos consideramos mejor, y al mismo tiempo evitamos enfrentar la situación.

  1. El vacío que no se llena.

Esa profunda inseguridad, ese sentimiento de incapacidad, hace que lo tratemos de llenar de alguna forma, por eso vivimos buscando a esa persona perfecta que nos hará feliz, o esa constante necesidad de alabanza y de afecto, o esa aprobación de los demás.  Pero nada de eso nos llena, nunca es suficiente, y esto se debe a que el sentimiento de inseguridad e inconformismo esta en nosotros. Hasta que por nosotros mismos no nos valoremos de forma real, debido a nuestros triunfos personales; entonces no dejaremos de buscarlo.

FORMAS SUBCONSCIENTES DE AUTOCASTIGO.

El tratar de evitar al máximo enfrentar situaciones difíciles, no garantiza que por ello no nos toque vivirlas, de hecho muchas de la situaciones que nos llevan a evitar situaciones difíciles lo que hace es impulsarnos a situaciones doblemente difíciles.  Por ejemplo el tratar de evitar que alguien nos haga sufrir, nos somete a la dura soledad, el evitar que alguien nos critique, nos somete a ser dominado por los caprichos de otros, etc.

El vivir esas situaciones difíciles, y saber que nos somos capaces de hacer nada por evitar de que pasen, nos genera profunda frustración, y buscamos castigarnos por nuestra falta de capacidad, también puede surgir tendencias a dejarnos manipular de otros, o aguantarnos situaciones incomodas.  Con el tiempo se puede desarrollar cierto placer por ello.  Veamos algunas formas de autocastigo.

  1. El colocarnos muchas cargas. 

Esto puede ser una forma de controlarlo todo, pero también es una forma de autocastigo. A veces voluntariamente podemos evitar estar en situaciones de mucha presión; pero preferimos estar bajo mucha responsabilidad y estrés.  Esto puede suceder porque nos sentirnos culpables de no haber hecho algo bien y el llenarnos de cargas es una forma de compensarlo, o también puede ser una forma de demostrarnos y demostrar a otros que somos capaces de hacer cosas difíciles.

Con el tiempo y sin darnos cuenta resultamos envueltos en una cantidad de problemas y estrés sin necesidad.  Cosas a las que pudimos haber dicho no.

  1. Conformarnos con cualquier cosa.

Esta puede surgir porque nos hemos acostumbrado a bajar la cabeza por mucho tiempo, a perder, a quedar en el último lugar, a estar alejados de las cosas importantes.  Entonces voluntariamente elegimos las peores cosas para nosotros.

No somos exigentes para nada, y nos conformamos con cualquier sueldo, cualquier pareja, cualquier situación.  En una reunión si nos invitan a comer preferimos los vasos desechables que los de vidrio, y si conseguimos algo entonces preferiblemente es de segunda, y si salimos preferimos estar en cualquier esquina que ir a un lugar elegante.

La vida nos trata conforme nosotros aceptamos y elegimos.  Muchas son las ocasiones en las que voluntariamente elegimos para nosotros cualquier cosa.  El rodearnos de cosas que valgan la pena, que sean de calidad, que luzcan bien, que nos consienta, es algo a lo que voluntariamente podemos renunciar porque creemos que no las merecemos. En términos generales, renunciamos voluntariamente a estar bien.

  1. Elegir alguien que nos haga sufrir.

El someternos voluntariamente a personas que nos hacen sufrir es algo muy común.  Lo normal es que si alguien nos hace sentir mal, si alguien nos humilla, nos atropella, nos domina, entonces deberíamos simplemente alejarnos; pero lo que pasa es que nos acercamos más.

Esto puede ser por orgullo al querer buscar de alguna manera encontrar la solución a esta situación, o también porque no somos capaz de enfrentar a la otra persona,  o porque ya estamos tan acostumbrados a esa persona, que sus maltratos nos parecen algo normal.

Nosotros somos los que elegimos de quien nos rodeamos y quien está a nuestro lado, debemos ser capaz de estar con personas agradables, que nos hacen sentir bien, y de alejarnos de quien está lleno de manías, de resentimientos, que nos hace sufrir.

  1. No reconocer lo bueno que somos.

Nosotros podemos tener muchas cosas buenas, pero no nos gusta que nos exalten por ello.  Aceptamos cuando nos tratan mal, pero cuando reconocen algo bueno, entonces nos alejamos.  Dejamos que otros se queden con los créditos, dejamos que otros sean los que destaquen, preferimos quedar a la sombra de otros.

El haber estado sometido por mucho tiempo a situaciones donde no tuvimos el control y nos hizo sufrir, nos hace creer que no somos nada especiales, que no tenemos nada bueno, y que no llegaremos a nada importante.

Estamos tan acostumbrados a vernos con un bajo perfil, que cuando algo destaca de nosotros, pues no nos las creemos.  Inconscientemente podemos buscar perdedores, situaciones carentes de emoción, y nos alejamos de cosas que nos pueden hacer feliz.

Hay personas que buscan llenar sus vacíos con buscar el afecto, llamar la atención, eso está bien, al menos la luchan; pero hay otros como en este caso, que simplemente ya dan por hecho que no tienen ningún valor.

  1. No nos importa el qué dirán.

El someternos voluntariamente a situaciones donde somos el centro de atención, y que destacamos no precisamente por la admiración si no porque hay algo que choca a otros; es una manera de atropellarnos a nosotros mismos; pero a la vez justificado por un profundo autoengaño con eso de que no nos importa el qué dirán.

El destacar por ser personas malgeniadas, desaliñadas, degenerados, irresponsables, infieles, mentirosos; es algo que muchas veces alguien puede elegir voluntariamente, y hacer que los demás lo sepan y lo señalen por ello.  Esto puede ser por varias razones, como el hecho de confirmar ese desprecio inconsciente que tiene así mismo, o por recrear inconscientemente situaciones pasadas en las que era tratado mal y no pudo hacer nada, o  porque esa atención lo hace sentir diferente y por tanto importante así sea de manera errada, o simplemente porque gusta del caos.

Otra cosa es que creemos que los demás nos deben aceptar así, simplemente por evadir la responsabilidad de mejorar, a la vez de que les echamos la culpa a los otros de ser los del problema.

CONCLUSIÓN

Nadie es tan sabio ni tan fuerte que pase por este mundo sin errar, no hay situaciones perfectas, y por tanto el cometer errores es parte de la vida.  La concepción del castigo hace que asociemos situaciones en las que cometemos error con el dolor.  Eso no debe ser así, ya que el error es algo inevitable en esta vida tan larga y llena de cosas por aprender.

Son muchas las situaciones incomodas a las que nos sometemos, pero esto no nos hace mejores, ni la vida se va a solucionar así.  Muchas veces el estar bien es decisión nuestra.