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Todos tenemos una cantidad de intenciones, de sueños y energía personas con el cual enfrentamos la vida. La mayoría de las veces los sueños se apagan en pro de complacer a otros, y nuestras energías son agotadas haciendo cosas que a otros ni les importa, ni a nosotros nos beneficia. En el artículo de hoy hablaremos sobre todos esos esfuerzo inconscientes que hacemos para con los demás y que no nos aporta nada.

1. Ese esfuerzo que haces por demostrar que tienes la razón.

Está claro que cada cual cree que tiene la razón, si eso no fuera así, entonces una persona no tendría ninguna seguridad para poder actuar, ya que nadie puede tomar decisiones en base a cosas en las que no cree. Por ejemplo si usted quisiera montar un negocio, no lo haría si no estuviera seguro de que va a funcionar. Pues lo mismo sucede en la vida diaria, todas las personas basan sus acciones en cosas en las que creen completamente. Por supuesto esas creencias varían de una persona a otras según la cultura, experiencias e intereses personales. La mayoría de las creencias están basadas en supuestos y no en cosas reales, por ejemplo tu opinión política no nació de viajar por todo el país y conocer de cerca las necesidades del pueblo ni la política internacional. Las creencias al ser tan abstractas son por tanto muy difíciles de cambiar y fácil de justificar. Quien tiene una postura, es porque esa creencia lo protege de alguna situación. Si tú crees en las promesas de un político, es porque estás seguro de que esas promesas se harán realidad, y te van a beneficiar. Alguna forma de agresión a ese político, es poner en riesgo el beneficio y por eso lo defendemos. Aparte de cuidar de lo que nos beneficia, la discusión se convierte en algo que debemos de ganar, es una lucha intelectual donde al igual que las luchas físicas no nos gusta perder. Por naturaleza el ser humano es ganador, sin esta fuerza, no tendría valor para superar cosas que en algún momento le superan, así que no nos gusta quedar expuestos en situaciones donde nos vemos débiles o menos entendidos, simplemente nos gusta tener la razón porque no queremos ver que otro nos restriegue en la cara que estamos equivocados. Hay algunos que convierten en deporte el querer demostrar que tienen la razón para inflar su ego. Desarrollan cierto nivel de argumentación y seguridad en sí mismo con el cual pueden convencer a los demás, y es allí donde nace un nuevo líder. En los antiguos tiempos los desacuerdos se solucionaban a puñetazos o brujerías; pero en esta época en la que en teoría somos más cultos, entonces se supone que lo dialogamos. El problema esta en que hay un juego nuestros intereses y orgullos, que defendemos con fuerza, que al no poder usar la física, usamos la verbal, degradándonos cada vez más al atacar al otro con el fin de no perder la discusión. Es importante entonces no entrar en discusiones, ni tratar de demostrar que tienes la razón, sencillamente porque al otro lo que menos le importa es que tú tengas la razón, ni a ti te importa que el otro la tenga. Es una pérdida de esfuerzo y generar enemistad con alguien que puede ayudarte en varias situaciones. Lo mejor es desviar las discusiones hacia otros puntos, y quedar todos como amigos. En caso de ser necesario defender tu postura te invito a leer mi artículo, como ganar una discusión con buenos argumentos.

2. El esfuerzo que haces por agredir a otro.

Cada uno tenemos tantas cosas por hacer, que no separamos un espacio en el día a pensar como lo que decimos y lo que hacemos, pueda lastimar las emociones de cada persona que se conoce en la vida. De entre las cosas que hacemos, no siempre estamos todos lucidos para decir las cosas más inteligentes, y no siempre estamos fuertes para hacer las cosas bien hechas, de tal modo que por esas acciones incompletas o inconscientes, alguien sale perjudicado. Un comentario mal hecho y dejas al otro sin matrimonio, sin empleo, o simplemente le haces sentir muy mal. Esa persona devuelve el golpe y tú te defiendes entrando en espirales de agresión. Todos tenemos mecanismos de defensa que trata de defendernos de agresiones externas, y que están relacionados con el instinto de protección y supervivencia, las cuales surgen de manera natural para protegernos. Es justificable cuando alguien te ofende, llevar a cabo una venganza, pero ¿qué sucede cuando alguien se venga de ti?, ¿es justificable?. Tu novio te fue infiel o te desprecia, tú por error comentas la falla de un compañero de trabajo y lo despiden, te gusta el compañero de oficina, alguien lo comenta y pierdes una relación. Cuando alguien te agrede y tú te defiendes, no dices: “voy a castigarle solo un poquito y bajo ciertas circunstancias para que aprenda la lección para ayudarle a crecer como persona”, tu simplemente te sientes mal, y quieres ver al otro mal, y en esa parte somos despiadados. Si por cada error que comentemos alguien sale lastimado, y cada una de esas personas toman venganza, entonces nos destruirían. Es decir que hay gente que si perdona. Admitámoslo, la venganza no es un esfuerzo por ayudar al otro, si no por destruirlo. Muchos pasan largas horas del día, incluso meses pensando cómo le van a devolver el golpe al otro, como lo van a lastimar. Si alguien le preguntará que ha hecho con su vida, seguro que respondería, nada, pero sí que le asesté un buen golpe al otro. Si te vengas de cada estupidez que comete el otro, no vas a tener vida que realizar, porque ese esfuerzo no construye nuestra vida. Hay mejores cosas para invertir el tiempo que dedicarlo a la venganza, aunque habrá ocasiones que debes aprender a frenar a otros, como lo hable en mi artículo, la importancia de hacerse respetar.

3. El esfuerzo que haces por ayudar a otro que no lo agradece o no lo pidió.

Todos sentimos una necesidad natural de ayudar con algo que no implique mucho esfuerzo. Valoramos mucho el tiempo y la dedicación con la que logramos algo, y no estamos dispuesto a entregarlo fácilmente, así sea que nos sobre. Sin embargo hay personas apegados a ciertas creencias que se embargan en causas donde se sacrifican por otros. Muchos de ellos arruinan su vida en ello, tratando de salvar al mundo y a las personas. Muchas de esas ideas solo rondan en su cabeza, y lo pierden todo en una causa que nadie les pidió que hiciera. No debemos dejarnos perder por ideas de sacrificio imaginario, nuestra obligación es para con nosotros; mientras que no estorbemos y hagamos nuestra labores bien hechas y de calidad, es más que suficiente. Hay personas que lo entregan todo a otras personas y pierden su vida en ello, para luego llamar al otro mal agradecido. Entre esas personas en ningún momento se firmo un contrato y lo que entrego fue de libre decisión. Muchos en el fondo entregamos cosas porque esperamos algo a cambio, tenemos un interés oculto, en cuyo caso tenemos que ser sinceros con nosotros mismos, y asegurarnos que lo que invertimos regrese a nosotros, pero no camuflar ese hecho como acto desinteresado, cuando no lo es. Otros entregan mucho simplemente porque no son capaces de controlarse, se rinden ante los encantos de alguien, por lo cual es su propia fragilidad lo que le hizo perder todo, y fue virtud y talento de la otra persona. Es decir tu eres dueño de lo que haces, y si entregas algo en el que invertiste mucho esfuerzo, es tu decisión. Hay otro tipo de esfuerzos en el que nos autoimponemos cargas, por pesar, por lastima, por vergüenza. No debemos dejar que cargas autoimpuestas acaben con nuestra vida. Salvo que sea un acuerdo al que se llega con otra persona, no tienes la obligación de acabar tu vida simplemente por lastima, no tienes que ser sometidos a sacrificios y humillaciones solo porque te da vergüenza decir que no. Otra carga es preocuparse por lo que el otra hace o deja de hacer, y luego intervenir. Deje de ser metido y regalado, no vaya a donde no lo han llamado, si ni siguiera a solucionado su vida, ahora para terminarle de enredar la de otros. Todos y cada uno tenemos que aprender a ganar nuestras propias batallas, y lo que menos puede hacer es ponerse la carga de estar pendiente y juzgar lo que otros hacen. Guarde su pensamiento enterito para  solucionar su vida. De eso hablamos en cómo convertir voluntad en poder.

4. El esfuerzo por demostrar que tienes más o eres más.

Los seres humanos somos competitivos, es una especie de instinto que tenemos y eso garantiza que nos esforcemos por superarnos unos a otros. Hay que reconocer que a veces ganar ciertas cosas sobre otros, nos da autoridad, poder y respeto a nuestro alrededor, el cual necesitan los lideres para influenciar a otros, y lograr unos objetivos. El problema viene cuando perdemos demasiado tiempo y esfuerzo en ello para no obtener ningún beneficio. Muchos se esfuerzan demasiado por mostrar que ganan más dinero, que la están pasando bien, que tiene más autoridad. Esa búsqueda por la admiración del otro, bien manejada nos puede abrir puertas, pero cuando estas personas te miran con rabia, cuando dejas una imagen de arrogancia y vanidad, no es bueno para nada. A nadie le importa tus diplomas, cuando les importe te lo exigirán, nadie quiere saber qué estás pasando más bueno que ellos. No todos toman tu éxito con alegría, y ser tan fanfarrón puede ser imprudente. A nadie le gusta que les recuerde sus miserias, o que tiene cosas inalcanzables, no quieren sentirse menos. Es importante mostrar poder cuando tienes un objetivo en el cual necesitas ser un lider. Del resto en la mayoría de los casos es mejor ser discretos y sorprender, que no armar un alboroto por algo que nadie pidió saber. Cuando muchos saben de tu fortuna, no falta el desafortunado, o el envidioso, o el amigo de lo ajeno, que tocará tu puerta y te quitará todo; entonces habrás perdido tu esfuerzo. Es importante aprender a ser discreto con las cosas buenas que nos pasa, y compartirla solo con las personas a quienes realmente le importamos.

5. Esfuerzo y agotamiento por pensar en el que dirán.

Es importante mantener una imagen para con los demás, porque detrás de una buena imagen viene la confianza y la amistad. Los tipos raros o problemáticos no suelen hacer amigos. El manejar buenas relaciones es muestra de inteligencia y te llevará alto. Vivimos en comunidad con otros donde hay ciertas reglas no declaradas que debemos aprender a seguir para vivir tranquilamente con otros sin ofenderlos. Lo que no está bien es tratar de complacer a todo el mundo, y perder nuestra identidad en ese camino. Todos tienen diferentes formas de pensar, hay algunos que les gusta el ruido y a otros el silencio, unos lo prefieren abierto y otros cerrado. Hay mucha gente acomplejada que se sienten por todo y son en extremo intolerables y por tanto no te puedes dejar arrastrar por ellos. Sin quererlo, tu mente se ve invadida por pensamientos como el de “qué vergüenza”, “que dirán”, “y si se enoja”, “y si hablan de mí”, “que pesar de esa persona”, “que rabia con esa persona”. Respecto a todos estos pensamientos la otra persona ni se da por enterada, ni le beneficia, ni le quita, y ni tampoco le interesa. Deje de dedicar tanto tiempo a cosas que ya pasaron, o por el sentimiento que quedo en los demás, preocupase del ahora y de lo que tiene que hacer para mejorar. Con el tiempo su progreso le dará capacidad para enmendar errores, y también para conseguir el respecto de quienes le rodean. Debemos aprender a establecer nuestra propia identidad, y de hecho deberíamos ser nosotros los que contagiamos y no ser nosotros los contagiados. Ese nivel de seguridad en ti mismo te puede abrir muchas puertas para conseguir cosas. Tener una claridad acerca de lo que queremos en la vida, en donde debemos estar ayuda a establecer una identidad, ya que si el entorno en el que nos movemos es muy diferente a nuestra forma de ser y lo que queremos, entonces terminaremos absorbidos por las mayorías. Por otra parte no debemos exagerar en no escuchar a otros, porque a veces se ven mejor las cosas desde afuera, que desde adentro, y tendrás una mejor visión si sumas las dos vistas, ya que con la visión interna y externa, serás mas consciente.

Conclusión.

Son muchas las horas y esfuerzos dedicados para con los demás que no llevan a nada, ya que ni les solucionas la vida, ni tampoco lo haces con la tuya. Son ejemplos, el tratar de restregarle al otro que no tiene la razón, o gastar horas planeando como destruirle o hacerle quedar mal, también nos esforzamos en sacrificios que nadie pidió, demostrando que somos más que otros, o sufriendo por el que dirán. Este tipo de pensamientos deberían ser controlados, y dedicarnos a solucionar nuestra vida. Foto vía: Maurice