No hay sentimiento más destructivo que la cochina envidia, y es algo de lo cual pocos escapamos.  La envidia es un sentimiento natural, un mecanismo que surge desde nuestro interior para invitarnos a la acción, a mejorar, pero de lo cual hacemos mal uso.  Siempre percibimos a los demás como envidiosos; pero jamás nos vemos a nosotros mismos como capaces de sentir envidia.

Como surge la envidia.

La razón por la que sentimos envidia, es que no aceptamos el ver que alguien del mismo perfil de uno, le vaya mejor, haga las cosas mejor.  Dentro de nuestro interior surge ese inconformismo con nosotros mismos, esa sensación de impotencia, al ver que el otro se lleva lo que queremos para nosotros mismos, y lo peor, es que sentimos que no podemos hacer nada.

Es difícil aceptar que quizás el otro sea más inteligente, más organizado, más talentoso.  Eso jamás lo aceptaremos, sentirnos inferior frente a alguien, es algo que no nos gusta aceptar. Esta sensación es de lo más común, pero a lo que menos le ponemos cuidado, así que lo que hacemos es ocultarlo en nuestro subconsciente y por ello esto resurge en forma de agresividad hacia el otro.

La crítica es un mecanismo de autodefensa.

Todo en este mundo tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Cuando sentimos envidia, cuando sentimos esa sensación de impotencia, de que no podemos hacer nada; entonces lo que hacemos es atacar, mirar solo las cosas malas del otro y aprovecharlas para destruirlo.

Entre los seres humanos que somos tan refinados, la mejor manera de atacar es a través de la crítica. La crítica hoy en día tiene la ventaja de que es algo muy común, y más si se etiqueta bajo el término de “crítica constructiva”; entonces al hacerla, antes nos quedaran debiendo.

La realidad es que somos egoístas.

Los seres humanos no somos tan altruistas, en realidad somos egoístas, y solo sentimos aprecio hacia aquello que nos traiga algún beneficio.  Nadie es capaz de invertir tiempo, esfuerzo y energía, en algo que no le va a representar ningún provecho. Ya he hablado de todos los factores inconscientes que nos llevan a ser egoístas, en mi artículo: “somos egoístas por naturaleza”.

Esa gran bola de nieve del chisme o cotilleo.

No hay nada más destructivo que el chisme o cotilleo, ya que surge como una leve llama, que cada vez crece con los aportes de otros.  En un momento puede aparecer, sin que se pueda hacer nada para defenderse.  Es el poder de todos contra uno, ya que a la hora de juzgar, todos nos creemos santos, y somos implacables en nuestro juicio contra los demás.  Una vez el daño ha sido hecho, es irreversible, ya que no hay nada más difícil de recuperar que el prestigio perdido.

Siempre es difícil cambiar la imagen negativa de alguien. Por ejemplo, si nos dicen: “esa persona es ladrona”, inconscientemente siempre estaremos prevenidos, por más que nos demuestran lo contrario.  Dañar una imagen es muy fácil, construir una imagen, es muy difícil.

Nuestros problemas de comunicación esta en añadirle algo más a la realidad.

Los seres humanos tenemos graves problemas de comunicación, aparte de que jamás interpretamos las cosas como son debido a nuestros preconceptos, tampoco las comunicamos como son, ya que la realidad por si misma jamás es interesante, solo el don de la palabra hace que las historias parezcan fantásticas, y es por eso, que a lo que contamos siempre le añadimos emoción, suspenso, intriga, para que quienes nos escuchan, nos pongan atención.

Los comentarios que van de un lado a otro son algo que tergiversan la verdad, y para lo cual poco nos interesa comprobar que fue lo que realmente paso, más bien nos dejamos llevar por el sentimiento común. Nadie es capaz de comprender aquello a lo que no conoce, y no podemos conocer algo si no nos tomamos la molestia de acercarnos, de comprobar, y de analizar desde el punto de vista del otro.  Esto es un esfuerzo que nadie se atreve a hacer.

Lucha de poderes en la vida diaria.

Siempre estamos en una lucha de poderes, buscando ser mejor que otros, por la sencilla razón de que aquel que es mejor, tiene más poder, y el que tiene más poder, obtiene más beneficios.

Es difícil sufrir penalidades y ver como otros se llevan el triunfo y las mejores cosas en frente de nuestra propia cara.  Así que lo mejor es atacar para derrumbarle, y así quedar nosotros en una mejor posición. Nosotros solo aceptamos el talento de alguien cuando no está en nuestra propia área, o es anterior a nosotros.

Qué hacemos con la sensación de impotencia que nos deja la envidia.

Deberíamos invertir nuestro esfuerzo en hacer obras de calidad, en desarrollar nuevos talentos, en vez de perder nuestro tiempo en atacar a otros.  Cuando atacamos a otros nos sumergiremos en un círculo vicioso, donde cada vez tendremos que ser más bajos y más sucios.

Por eso, lo mejor que podemos hacer es invertir nuestras fuerzas en desarrollar talentos, en hacer las cosas bien, y tarde que temprano se verán los resultados.  Nadie es capaz de decir nada en contra de algo hecho con verdadera calidad. Aprovechemos para aprender del otro, ya que algo debió de hacer bien para que se haya llevado los créditos.  Y si lo hizo a través del engaño, eso tarde que temprano caerá por su propio peso.

Otra cosas que podemos hacer, es encontrar algo que nos haga diferentes a otros, algo en lo que realmente seamos buenos, y luego dedicarnos a ello.  Para ello debemos separar un tiempo en el que nos conozcamos a nosotros mismos. Seguro estas tratando de competir en lo que tú no eres bueno, y el otro es un experto, encuentra aquello en lo que verdaderamente eres incomparable.

¿Se debe criticar a otros?

Entonces qué  hacemos con las cosas mal hechas por el otro.  Si eso es lo que tanto nos preocupa; entonces lo mejor es mejorar nosotros mismo, y llegar a una posición donde nosotros seamos los encargados y así poder desarrollar eso que consideramos que se debe hacer.  Si la otra persona tiene actitudes perjudiciales, entonces ubiquémonos en una posición de más poder, para así poder llamar al orden a esa persona.  Si no somos capaces de hacer eso; entonces quiere decir que estamos en peores condiciones, y que hablamos por hablar, porque a la hora de decir cómo se deben hacer las cosas, todos somos sabios, pero la realidad es que del dicho al hecho hay mucho trecho.

Si bien es cierto, que todos necesitamos que en algún momento que se nos digan las cosas, siempre hay conductos, siempre hay mejores momentos y lugares para hacerlo, y sobre todo, solamente hay una persona a quien le interesa, y solo con el interesado se debe discutir el asunto.

Cuando la envidia es constructiva.

Sentir envidia es un sentimiento natural que si sabemos aprovecharla nos ayudara a ser mejores.  Desafortunadamente los seres humanos tendemos a ser ociosos por naturaleza, y para actuar necesitamos mecanismos de presión, algo que nos empuje a ser mejor, es por eso que la envidia es un sentimiento que puede llegar a servirnos como un mecanismo que nos impulse a mejorar.

El espíritu competitivo es algo común a todos, eso garantiza que siempre haya la oportunidad de mejorar las cosas.  Si aprovechamos esa sensación de alarma, para mejorar; entonces habremos trasformado un sentimiento inferior en algo provechoso para todos.

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imagen desde |El tiempo|

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