Manejan poder los Políticos, y en general toda persona que sus decisiones afectan a un gran número a los cuales deben mantener contentos. Dichas personas suelen manejar una cantidad de información, que el hombre común desconoce.  Entre más expuesto este ante las personas, entre más arriba este, entre más sus decisiones afecten a otros, entonces dicha persona deberá manejar sus decisiones con mucho cuidado, y en la mayoría de los casos lo llevará a mentir, veamos entonces porque.

El manejo de las masas inconformes.

Las masas, es todo cumulo de personas que depende de otros para poder vivir.  En esta categoría entramos todos, ya que esperamos que básicamente las decisiones de otros mejoren nuestra vida.

La forma en que vemos el mundo está condicionada por nuestros intereses personales, los cuales exigimos que se nos satisfaga.  Todos y cada uno depositamos nuestras esperanzas en esas personas que tienen poder, esperamos que lo que hacen, nos lleve a un mejor futuro. Está claro que no se puede satisfacer a todo el mundo por igual. Cada cual se considera con todo el derecho a que se cumplan sus exigencias y nadie voluntariamente renuncia a su comodidad para satisfacer las necesidades de otros. El tener contentos a unos implica la insatisfacción para otros.  Por ejemplo, las decisiones que apoyan el criterio de los más ancianos, perjudicaría los intereses de los más jóvenes.

Otro asunto a tener en cuenta es la de satisfacción del criterio de cada cual. Todos tenemos unas fuertes creencias establecidas en las que se considera ciertas cosas como buenas y ciertas otras como malas.  Cuando vea a alguien procediendo de una manera que considera que no es la adecuada, entonces podría llegar a sentirse ofendido.  Lo que ofende a uno, al otro le puede parecer de admiración.

Un asunto complicado respecto a las masas, es la facilidad con la que se prenden las pasiones, y puede suceder que un inconforme aliente a un grupo de conformistas a seguir una causa que no les interesa. Los seres humanos solemos vivir arrastrados por la corriente, por el pensamiento de las mayorías, y si alguien con influencia y con carácter nos dijera que hacer, lo haríamos, por más macabro que fuera. No esta de más poner el ejemplo de Hitler.

La primera preocupación de todo hombre con poder, es la de mantener contentas a las masas.  No hay nada más peligroso que una masa enfurecida.   ¿Pero cómo mantenerlos contentos todos?

Venderse a sí mismo.

De la publicidad hemos aprendido mucho, ellos saben cómo entregarnos una cosa incluso dañina para nuestro organismo, y hacer que la consumamos con mucho gusto.   Un buen vendedor es el que lo convence de conseguir algo que usted no necesita.  Para mantener contentas a las masas, hay que mover ciertas fibras comunes al ser humano, como es la esperanza, la motivación y las emociones.  Los seres humanos inconscientemente buscamos todo lo que se asocie al bienestar, así sea que venga de algo futuro.

Todos en todo momento nos estamos vendiendo ante los demás, promocionamos nuestras mejores actitudes, y a la vez ocultamos nuestras falencias.  Una persona con mucha influencia debe convertirse a sí mismo en un producto digno de ser admirado, en algo que sea capaz de llegar a muchos y satisfacerlos a todos. Para poder llegar a muchas personas al mismo tiempo, se debe tocar las fibras más sensibles del ser humano, como son los instintos más básicos del miedo, el nacionalismo, el deseo.

A la hora de unas elecciones, votamos por los más populares, los que tienen un buen eslogan, los que nos llenan de esperanza, y los que más nos mueven esos instintos. Nunca elegimos a alguien como resultado de un concienzudo análisis de todas las propuestas, de sus gestiones pasadas, y de lo que es mejor para el bien de todo el país y los sectores más frágiles. Si alguien basará su modelo de llegar a muchos a partir de entregar un informe en base a un estudio y cuáles son los modelos a nivel mundial que se han aplicado en esos casos, entonces tal vez le entiendan algunos entendidos de la geopolítica mundial; pero no la mayoría.

Aliados, enemigos e intereses.

Nadie puede llegar a la cima solo.  Para ello hay que rodearse de personas cada cual con sus propios intereses, hay que hacer y pedir favores, hay que conseguir el mayor numero de personas que apoyen, hay que entrar a participar en viejos mecanismos sólidos que garanticen una permanencia, hay que ganarse la confianza de los viejos y poderosos.  También en algún momento llegar a hacer pactos con sus enemigos, para evitar los desgastes.

La victoria de unos es la ruina de otros, y nadie voluntariamente se somete al fracaso para que otro triunfe. Es por eso que no puede haber algo que se llame una sana competencia, por que como todo en la vida, hay ganadores y perdedores.  Esta es la razón por la que se crean los enemigos, los cuales pasan largas horas buscando el menor indicio de debilidad o defecto, para luego satanizar al individuo, y de este modo convertirse a sí mismo en la figura del bien luchando contra el mal.  Esto no es nada nuevo, y lo vemos muy comúnmente en el cine, en donde un tipo lleno de maldad pura es derrotado por un hombre bueno, ese es el final que esperamos y que nos pone contentos. Es por eso que la función de los rivales es hacer ver al otro como el mismo demonio, pegándose del menor desliz y prendiendo a las masas en función de ello.

La justificación para esto, es que los rivales no pueden reconocer el triunfo del otro, ya que implica mostrarse a sí mismos como débiles, abandonar los ideales que representan, perder el prestigio público, y someterse a padecimientos a causa de su renuncia.  Esto es algo que ni las propias personas son conscientes, es una reacción subconsciente ante una situación que no se puede manejar, y que incluso nosotros mismo aplicamos en la vida diaria con alguien que nos caiga mal o que nos perjudique.

Las errores siempre se podrán maquillar.

Por naturaleza esperamos que nuestros líderes sean intachables, solo así podemos llegar a confiar en ellos. Cuando vemos que alguien que admiramos tiene un defecto, inconscientemente lo asociamos con alguien débil, cuando oímos un rumor de que es deshonesto, anqué no sea cierto, esto ya genera desconfianza.  Es por eso que la mayoría de hombres de poder se concentran más en manejo de la imagen, en satisfacer las esperanzas, que en una gestión de bien para el futuro.Esta es la razón por la que todo personaje público tiene asesores, los cuales conocen el funcionamiento de las masas y su psicología, y le aconsejan según los sucesos lo que deben decir y lo que no.

No todas las personas son propicias para desempeñar ciertos cargos, y una habilidad en un aspecto implica un defecto en otro aspecto.  Por ejemplo una persona noble y pura es difícil que tenga don de mando, o que una persona concentrada en los resultados, es difícil que sea excelente para las relaciones públicas.  No se puede esperar encontrar en una misma persona dos cualidades opuestas, como por ejemplo; una pureza cual monja, y a la vez un líder de resultados cual Napoleón.

Es muy normal que todos estos factores en algún momento lo lleven a tomar una mala decisión que perjudique a muchos.  El reconocerlo ante todos, lo mostraría como un hombre débil que no merece ser líder, y esto sería aprovechado por sus enemigos. Así que en este caso, deberá saber maquillar las cosas, tapar las imperfecciones y exaltar lo que lo hace lucir bien.   No esperemos que los hombres que han manejado por años el poder, en algún momento digan: “Caray hemos estado equivocados todos estos años, así que voluntariamente nos sometemos al castigo y renunciamos a todos nuestros beneficios”.

Otro punto a añadir es que a falta de talentos para hacer grandes obras y para defenderse de sus enemigos, entonces finalmente opta por tomar atajos y hacer trampas que le den la victoria. Un hombre se sostiene en el poder por sus talentos o por todas sus artimañas.  En la cima no hay espacio para los débiles.

La solución.

Hemos presentado un panorama en donde lo malo vale, y no hay esperanza para los que hacen las cosas bien.  Más sin embargo todo tiene solución, pero es algo progresivo y empieza desde nosotros mismos.

Si un hombre que aspira al poder dentro de sus preocupaciones incluyera el conocimiento de sí mismo, y el desarrollo de potenciales, entonces no tendría tantas debilidades que ocultar, y sus potenciales serían los mejores aliados para sostenerlo en el poder. A la vez si todo ciudadano común en vez de esperar a que otras decidan por él, se preocupara por aportar algo a este buen mundo que tanto le da, y que a la vez descubriera sus debilidades y se mejorara a sí mismo, entonces la labor de los gobernantes, no se concentraría tanto en las apariencias, si no en los resultados.

No deberíamos tanto esperar de los demás y más bien si hay un problema, deberíamos ubicarnos a la cabeza de la solución, no solo por nuestro bien, si no por los que vienen después de nosotros.

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