El placer es una de las grandes búsquedas en las que el cerebro impulsa al ser humano a su constante satisfacción y es esta la misma base de sus acciones.  Sin motivación, sin un deseo por hacer algo, sencillamente no habrían acciones, y finalmente tampoco vida.  Entendamos por deseo cualquier impulso que sintamos hacia la satisfacción de algo, sea comer, sea tener familia, sea montar en bicicleta, y cualquier acción que nos genere un deseo de hacerlo. En este artículo veremos cómo fue desvirtuado este instinto natural en las culturas antiguas, como se puede depravar este instinto, y como puede ser aprovechado para alcanzar nuestros propósitos.

El placer asociado al pecado en las culturas antiguas como una forma de control.

El placer ha sido manejado de distintas formas de acuerdo a las culturas, las culturas paganas como las culturas mesopotámicas, y luego las culturas romanas dan rienda suelta a todos sus instintos y placeres.  Muchas veces esto generaba prácticas depravadas, aunque como sociedades supieron mantenerse a flote.  Las religiones monoteístas vendrían luego a hacer un contrapeso a estos excesos, y muchas prácticas fueron asociadas al pecado, como una forma de controlar muchos desórdenes de conducta.

Por otra parte, en el lejano oriente el placer fue asociado como origen del sufrimiento y por eso la felicidad estaría en renunciar a su satisfacción.  Durante muchos años, buda se dedicó a investigar cual era el origen del sufrimiento y su conclusión fue que era el placer el que lo producía. Nos dijo que toda acción genera unas consecuencias de las cuales debemos ser responsables, y por las que muchas veces no somos capaces de responder. La acción es producida por un deseo, y la falta de control de estos deseos produce el sufrimiento.  El deseo produce apego hacia el objeto de deseo y su ausencia produce sufrimiento.  Para dominar el deseo se debe dominar la mente a través de la meditación.

La evolución del placer.

Existen placeres naturales.  El placer más básico está asociado con el deseo de vivir y de sobrevivir como especie. Por eso existe el deseo de alimentarse, de procrear, de protegerse.  En la medida que una especie evoluciona y tiene más experiencia de vida, estos instintos básicos se van diversificando en otros deseos, se van aprendiendo nuevos placeres. En un reptil podemos ver el instinto básico por alimentarse, y en un mamífero encontramos el deseo de alcanzar un prestigio dentro del grupo social.  El placer tiene dos facetas, una que eleva y otra que degrada.  El deseo de venganza y de ver arder a otros que considera enemigos, degenera y puede destruir a una sociedad, convirtiendo la vida en un infierno.

El deseo de construir cosas hermosas, grandes obras, pueden elevar a una sociedad y hacer la vida digna de ser vivida. Lo elevado y lo degenerado de los deseos de alguien depende de la salud de su psiquis.  Una persona maltratada solo puede generar deseos de venganza, y una persona motivada puede tener deseos de hacer grandes obras.  El placer también es algo aprendido de la cultura.  Usted nació en una cultura y le gusta cierta forma de vestir, cierta comida, y cierta música, y puede despreciar la forma de vestir y de alimentarse de otra cultura.  Muchas cosas que deseamos y que tenemos por propósito en la vida, son más la influencia de la cultura y la sociedad en la que estamos creciendo, más que una verdadera necesidad.

El placer como una forma de evolución.

En la medida de los alcances de un deseo y su satisfacción, en esa medida crece una persona y una sociedad, haciendo la vida más intensa y más bella.  En la medida de la satisfacción de placeres retorcidos, una sociedad se destruye.  En las culturas antiguas debido a su falta de educación, en donde no existían colegios, no existían la psicología, ni los derechos del hombre, etc, era muy común de que existieran placeres perversos, y desde ese punto de vista, el trabajo de las religiones monoteístas y la filosofía oriental, ayudarían a un control bruscos de estas conductas.  Nuestras conductas heredadas, aprendidas y autogeneradas a veces pueden ser bastantes oscuras, y por tanto perjudiciales a largo plazo.  Hoy en día y cada día, vamos descubriendo los misterios ocultos del cerebro y nos vamos encaminando o lograr una salud mental y emocional.

Los deseos que surgen de una mente equilibrada y de una salud emocional, pueden ayudar a progresar a una sociedad.  El deseo de riqueza, de belleza, de poder están muy presentes en el ser humano, y es la lucha por su satisfacción que hace que una sociedad progrese y que la separa de sociedades primitivas y arcaicas. Entre más próspera y poderosa es una sociedad, más posibilidades de acción tiene, ya que se puede dedicar a la investigación, al arte, al deporte. Sin poder y sin riquezas no se puede tener una experiencia de vida completa, si no que estaría condicionada a la lucha por sobrevivir y buscar el sustento diario.  De esta manera, el instinto natural de ser y tener más, es el que está asociado al progreso.

El placer como una forma de autodestrucción.

Hace poco en uno de mis artículos alguien comentaba sobre una solución a ese placer de infligir dolor a sí mismo, que sentía placer al cortarse con una cuchilla y que cada vez era más incontrolable este deseo. Hace unos días vi apartes de un documental de ciertos asesinos que sentían verdadero placer al asesinar. Estos placeres destructivos, la persona no es capaz de controlarlos, y para no morir del sentimiento de culpa, seguramente se puede autoengañar de alguna manera. En todos los seres humanos  pueden existir toda clase de placeres oscuros, incontrolables, y unos más dañinos que otros.  Algunos gustan de sumirse en el consumo de drogas, otros en el exceso de la comida, otros en los juegos, otros en engañar y robar, etc.

Al igual que las cosas caen por fuerza de gravedad, que a veces nos gusta la inactividad y que  debemos luchar por vencer esa inercia a través de las fuerzas del deseo de superación; del mismo modo, de manera natural hay una tendencia a que se exagere en la satisfacción de los deseos hasta el hastío, y luego eso ya no satisfacerá, y se buscarán formas cada vez más extremas de satisfacción. Es entonces nuestro deseo de lograr cosas mejores el que debe hacer contrapeso a estas fuerzas fatales.  Otra forma en que el placer se puede degenerar es en la búsqueda de una satisfacción que no se tiene clara, a veces nos sentimos inconformes, vacíos, tristes, rutinarios, y solo se encuentra refugio en cualquier forma de placer vicioso. Y finalmente el placer también se degenera cuando se trata de satisfacer todos al mismo tiempo, en el menor tiempo posible.  Querer todo fácil, para el instante, y sin responder por las consecuencias, puede afectar bastante esa canalización del placer.

Las consecuencias de los antiguos sistemas de control.

Ante los abusos de los diferentes cultos paganos (persas, caldeos, asirios, romanos), surgieron las religiones monoteístas y las filosofías orientales para tratar de controlar esto; pero a la larga trajeron otros tipos de conflictos. Por un lado los cultos monoteístas (Zoroastrismo, Judaismo, Cristianismo, Musulmanes) con sus conceptos del pecado y del infierno, trataron de controlar esos impulsos; pero dado que todos estos surgen de la psiquis, y es trabajando psicológicamente como se controlan, entonces ante la ausencia de este trabajo psicológico, se formó el autoengaño, en donde: “todo el mundo es malo, hipócrita, mentiroso, corrupto, menos uno”. Es decir que siguen los mismos deseos de antes solo que ya no se expresan abiertamente si no que se oculta ante la mirada crítica de los demás, y ante el propio juicio.

Por otra parte, las filosofías orientales promovieron el desprecio a lo material, encontrándose la verdadera felicidad en lo imperecedero. Esto trajo cierto problema respecto a enfrentar la vida, ya que la vida era asumida como una pesada carga de la que había que huir. La vida no se le enfrenta, no se le domina, ni se triunfa en ella, sino que se le huye. Aparte de estos surgieron otros grupos donde precisamente se deificaba las figuras que representaban la rebeldía, y se glorificaba y se daba rienda suelta a los placeres. Estos cultos han permanecido a lo largo de los siglos de manera clandestina.

La canalización del placer

Hay que ser claros en algo, todavía nuestra sociedad no ha llegado a ser lo suficientemente madura, ni el ser humano es en sí un ejemplo de salud mental y emocional. Todavía debemos aprender a transformar nuestros pensamientos y educar nuestras emociones, canalizando el placer por vías que ayuden al progreso.  Mientras nuestras psiquis no sea completamente equilibrada y sana, siempre pueden surgir toda clase de placeres oscuros. También podemos estar aprendiendo placeres retorcidos del entorno sin caer en cuenta. Si en el pasado se controlaba las formas del placer por el miedo y por la renuncia a él, en el presente debemos de aprender a controlarlo por consciencia.

Primero debemos aprender a identificar los tipos de placeres que tenemos y cómo los estamos consiguiendo. Por eso debemos ser muy conscientes de nuestra conducta, y para lograrlos, hay que leer bastante del tema y reflexionar mucho.  Después de identificarlo, debemos controlarlo  a través del pensamiento, una forma de ayudar en esto es la meditación, en la que se aprende a dejar la mente en blanco.  Finalmente debemos aprender a canalizar nuestros deseos en algo que nos deje frutos positivos y que implique una forma de progreso. Ayuda a este propósito, técnicas de sugestión y de visualización.