Hay muchas actitudes en la personalidad que normalmente son cuestionadas; pero que en determinados momentos suelen ser muy útiles. Lo mismo pasa con las llamadas virtudes, las cuales pueden convertirse en actitudes completamente destructivas. Sobre como suceden estas situaciones es lo que vamos a ver hoy.

La personalidad como un conjunto de reacciones.

Nuestra personalidad está formada por nuestra forma nativa de ser, por conductas aprendidas y otra parte por una forma de reaccionar ante un medio hostil o complaciente. Respecto a las reacciones, son las conductas más marcadas en la personalidad ya que son muy difíciles de cambiar y son las pautas en las que más basamos nuestras decisiones.

Todo genera una reacción. Si alguien nos grita, si alguien nos desprecia, si alguien nos alaba, si perdemos un ser querido, si nos ganamos algo, etc. Nuestro subconsciente reacciona con cada cosa que nos sucede y nuestra mente toma medidas para que lo bueno siga sucediendo y evitar lo malo. El problema de este mecanismo estaría en que esta decisión es tomada una vez y luego de manera inconsciente lo seguiremos haciendo. Una mala decisión en algún olvidado momento, puede estar perjudicarnos ahora en el presente.

Por ejemplo, si en una relación alguien nos engaña, entonces nuestra reacción más común es la de no de no volver a ser fieles, o elegir estar solos para evitar el dolor. Hay personas que no toman en serio las relaciones simplemente porque de manera inconscientemente no confían en sus parejas, debido a una anterior relación en la que fue engañado.

La mente y la justificación de nuestra conducta.

Una vez una conducta ha sido asumida en nuestra personalidad, esta pasa a ser justificada y a ser vista como buena, no importando lo perjudicial que sea. Para entender porque sucede esto; miremos a las madres con respecto a sus hijos, no importa lo malo que este pueda ser, ellas siempre estarán a su lado defendiéndolo, e incluso lo pueden seguir viendo como su pequeño e inocente niño. Lo mismo pasa con respecto a las conductas que surgen de nosotros, que siempre las vamos a ver de la mejor manera. Esta sucede porque el cerebro respecto a aquello que considera parte de si, o con lo que tenga un vínculo, siempre tiende a defenderlo. Estos son mecanismos muy primarios que ayudan a mantener una unidad.

Esta es la razón por la que los defectos que les hacemos caer en cuenta a los demás, normalmente los justifican y no se corrigen, y esta es la misma razón por la que nos vemos a nosotros mismos más correctos que los demás. La persona mandona y dominante se ve a sí mismo como todo un líder, la persona cobarde e incapaz de tomar decisiones, se ve a sí misma como persona prudente y precavida, la persona carente de tacto al hablar y que no se fija en los sentimientos de los demás, se ve a sí misma como sincera. Entre más marcada sea una conducta, mas orgullosa se siente la persona de ello.

Las conductas son herramientas de la mente.

A la larga todas nuestras conductas no son más que fuerzas que son necesarias a la hora de enfrentar ciertas situaciones. Si el cerebro y el ser humano han asumido conductas, es porque en algún momento hubo una reacción que le pudo servir para enfrentar una situación. Entendamos esto mirando nuestra propia historia. Hay posturas políticas y religiosas que surgieron como una respuesta a determinadas necesidades sociales, con ideologías ya sea de esperanza para los momentos de incertidumbre, rigidez para cuando en una sociedad está en guerra, unidad para momentos de hambre generalizada. Cada actitud nuestra es un esfuerzo del cerebro para enfrentar una situación.

El problema en cada cosa siempre estará en el uso que le demos. Miremos por ejemplo un herramienta tan conocida como una navaja, ella de por si no es nada; pero dependiendo de su uso, puede ser usada para salvar las vidas (alguna cirugía) o para quitarlas. Lo mismo pasa con nuestras actitudes y con las ideologías. El aplicar una ideología política en un país que no la necesita y en un tiempo que no corresponde, es llevarlo al caos (por ejemplo una dictadura en una época de globalización). El sembrar una ideología religiosa en una cultura y un tiempo para el que no fueron hechos es llevarlos a la ruina (Una creencia que promueva la completa interiorización y el desprecio material en una época de sobrepoblación mundial y escasez de recursos, una persona sumida en esa creencia ¿Que bienestar les dejará a sus hijos?).

La mayoría de las creencias y posturas las asumimos de manera natural porque forman parte de donde nacimos y no un producto de una sería reflexión acerca de las ventajas y desventajas en nuestra vida respecto a lo que queremos lograr de manera particular. Y digo particular; porque otra cosa son las expectativas de vida que tienen las demás personas, como también sus circunstancias.

Cuando los defectos son virtudes y las virtudes se convierten en defectos.

Son entonces los excesos que hagamos de esas actitudes aprendidas las que pueden perjudicarnos y perjudicar a los demás. También lo es, el hacer uso de actitudes que no corresponden a un momento y lugar. Por ejemplo la sinceridad es importante, pero el decirlo a una persona muy sensible puede destruirle la confianza en sí mismo y hacer que nos coja odio. El liderazgo es importante; pero hay una delgada línea que hace que fácilmente nos convirtamos en personas mandonas.
El respetar las opiniones de los demás es importante, pero es muy fácil caer en ser una persona demasiado sumisa que puede perder sus bienes con facilidad. Los padres por querer tanto a sus hijos puede volverse en exceso complacientes y volverles personas caprichosas, cuando lo que necesitan es mucha firmeza. A la hora de montar un negocio el ser demasiado consciente con otros puede hacer que perdamos la inversión y por ello se necesita ser más egoístas, ya que el otro está pensando solo en su beneficio. A veces por ser demasiado conservadores nos negamos al progreso y a gozar de cosas nuevas, mientras que en ocasiones el ser demasiado liberales, puede hacer que nos veamos sumidos en situaciones que no queremos.  Hay ocasiones en que la vida se vuelve una delgada cuerda que debemos atravesar con equilibrio si no queremos caernos a los lados.

Todas nuestras actitudes no son más que herramientas en manos de la mente para enfrentar las diferentes situaciones de la vida, y salir victoriosa de ella. Habrá actitudes que deben ser abandonadas y otras que deben ser asumidas. Todo dependerá de nuestro real propósito en la vida, y que parte de nuestra personalidad nos aleja o nos acerca a ello. Existen muchos propósito, hay quienes quieren formar un hogar feliz, otros quieren ser grandes empresarios, otros quieren dar lo mejor a sus hijos, y otros quieren liderar cambios en una sociedad. Cada propósito requiere abandonar ciertas cosas y asumir otras, es ahí cuando debemos ser muy conscientes de nuestra personalidad, y de que potenciales debemos desarrollar si queremos tener éxitos en dichos propósitos.

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