Si bien hemos venido hablando de que somos responsables de lo que nos ocurren, hay muchos factores detrás de las cosas malas que nos suceden que no están bajo nuestro control, y que también forma parte de lo que normalmente señalamos como malas.

En este primer artículo, hablaremos de uno de esos factores que pueden estar ocasionándonos problemas en nuestra vida, ya que la herencia que recibimos de nuestros padres puede haber influenciado mucho en nuestra estructura psicológica y también en nuestra forma de ver el mundo.

Espero que después de leer este artículo comprendamos más a nuestros padres y la naturaleza de sus errores y los nuestros.

La influencia de los padres en nuestra conducta.

Cuando traemos un hijo al mundo, lo podríamos llamar como el máximo fruto, nuestra propia creación, lo mejor de nosotros.  Son nuestra palabra, nuestro ejemplo, y las condiciones en que lo gestamos, lo que va a determinar parte del éxito, que tenga ese ser humano en este mundo.

1.  Tus genes te pueden estar perjudicando.

Hoy en día para nadie es un secreto, que heredamos los genes de nuestros padres, de nuestros abuelos. Esa es la razón por la que somos parecidos a nuestro padres, y por la que a veces heredamos, sus enfermedades. Se dice que la calvicie es hereditaria, también respecto a los ataques al corazón, y un sinfín de enfermedades.  Pero no solo heredamos sus condiciones físicas, si no su carácter, decimos por ejemplo que tal persona saco el mal genio de la mama, o lo buena gente del papa.. Así que porque no decir que también heredamos desordenes psicológicos.

En genética, cuando una conducta se implanta en una especie, esta tiende a pasar a la siguiente generación, esa es la razón por la que los animales saben ante quien correr cuando apenas son pequeños.  Nosotros heredamos todo de los padres, al fin y al cabo nacimos de entre sus entrañas.  Si nuestros padres sufrían algún tipo de enfermedad, estos genes contaminados pasan a nosotros, si nuestros padres eran alcohólicos, fumadores, estresados, rencorosos, entonces esto merma enormemente las condiciones físicas de su cuerpo y esos genes de mala calidad pasan a nosotros.

Todos los genes frágiles de nuestros padres, pasan a nosotros y se manifiestan como deficiencias tanto a nivel físico como cognitivo.  De ahí que tanta persona nace o le aparecen tantas enfermedades, y a veces no somos tan inteligentes y de buena disposición como otros. En otros casos extremos, los hijos nacen con malformaciones  o simplemente maniáticos.

2.  Ese ambiente en que nacimos.

La genética es solo una parte, porque también en nuestra formación influye mucho el medio ambiente en que crecimos. Es muy claro que crecemos de acuerdo a la cultura en que nacimos, no es lo mismo alguien que nazca en la cultura china, al que nace en la cultura latina. Del mismo modo, no es lo mismo el que nace en un barrio violento a el que nace en un barrio seguro. Es decir, que nuestro medio ambiente nos moldea el pensamiento y las costumbres.

Nuestros padres decidieron tenernos, pero si el lugar donde nacimos no tenía las mejores condiciones, entonces esto nos perjudica.  Es como poner a crecer una planta en medio de un pantano, a falta de las condiciones necesaria para sobrevivir, entonces crece frágil.

El nosotros crecer en ambientes inseguros, sin las condiciones necesarias para sobrevivir, sin oportunidades, sin cariño, nos genera deficiencias no solo físicas si no también morales.  Por lo cual nuestros genes se vuelven deficientes, y nuestras capacidades físicas y cognitivas se aminoran.  Al no tener las suficientes capacidades, nuestras habilidades competitivas son inferiores a los demás, lo mismo que nuestra percepción de la realidad, ya que nadie con muchos vacíos, preocupaciones y falta de afecto puede ver las cosas como son.

Muy diferente sucede cuando crecemos en ambientes con todas las condiciones favorables, cuando nos alimentamos con todos los nutrientes, cuando crecemos en ambientes tranquilos, libres de traumas, cuando tenemos acceso a educación de alta calidad, a todo el afecto, a toda la atención y el apoyo.  Nuestro pensamiento en vez de estar preocupado sobre que va a comer hoy, sobre cómo sobrevivir, se podría preocupar sobre cómo sacar un negocio adelante, sobre como conquistar a la mujer de sus sueños, sobre cómo mejorarse a sí mismo.

3.  Esos viejos traumas de la infancia.

Desde el mismo vientre, el feto empieza a sentir los gestos de aceptación o rechazo de sus padres.  Esas preocupaciones de la madre pasan al bebe, y el ciertamente siente ese pensamiento de: “me cague al vida”.  Ya cuando el niño nace y va creciendo, va presenciando cosas que lo van traumatizando, como por ejemplo la pelea entre los padres, la separación de estos, el vicio del papa, los conflictos con una suegra entrometida, la sobreprotección de la madre, lo estricto del padre, la falta de motivación, el negativismo, y cuanto desorden psicológico tengan los padres, todo eso deja huellas en la frágil personalidad del niño.

Cosas tan sencillas como el no habernos dejado estudiar lo que queríamos, el habernos sobreprotegido y no habernos dejado enfrentar el mundo, el habernos impuesto una moral muy estricta, todo eso son detalles que van sumando en la mente inmadura del niño, que va sacando unas conclusiones erradas del mundo en el que crece.  Luego cuando se crece, debido a que nadie se toma el trabajo de reflexionar acerca de la naturaleza de sus pensamientos y sus reacciones, crece un adulto con mucha confianza en lo que piensa, pero con muy pocas ideas acertadas, crece con muchas ganas, pero con muy poco talento.

4.  Este mundo que nos tocó.

Este mundo en el que vivimos es una herencia de nuestros padres y de nuestros antepasados.  Miremos como se nos agotan los recursos, ya hay muy poca agua limpia en los ríos, y por eso algo que en el pasado era gratis, ahora hay que pagar muy caro por limpiarla y por beberla.  Y no solo la naturaleza está enferma, sino también la sociedad.  Muchas personas con profundos vacíos, con desordenes emocionales y mentales suelen tomar decisiones erradas y esas decisiones nos afectan a todos.

La naturaleza es sabia en todos los aspectos, ella nos muestra que de un árbol sano nacen frutas sanas. Del mismo modo sucede con nosotros, de una naturaleza enferma y de una sociedad descompuesta, no pueden salir los mejores frutos.  Es por eso que en ciertos ambientes se gestan personas con tantos desequilibrios emocionales y mentales.  Pero; ¿son estos personas víctimas o verdugos?

La justificación de nuestros padres.

La pregunta es: ¿son nuestros padres los responsables al habernos procreado en ambientes con tantas desventajas sociales, con esas carencias económicas y emocionales?  No podemos culpar a los demás por no ser lo suficientemente fuertes, o no tener el suficiente dinero, ya que eso es algo que no siempre se puede controlar, lo que si podríamos señalar a alguien es el no intentarlo.  Nuestros padres, aun con sus errores, dieron lo mejor de sí, nos sacaron adelante y sacrificaron muchas cosas en su vida, y eso es algo que debemos de tener en cuenta.

Entonces la pregunta es si nuestro padres debieron de habernos tenido, y la respuesta es que el impulso más fuerte dentro de los animales es la de procrearse, y de continuar con la especie, y nadie puede luchar contra eso.  En todo caso, en la medida que evolucionamos también crece la consciencia y la capacidad de corregir nuestros errores.

¿Estás pensando en tener hijos?

Para algunos no hay mayor orgullo y mayor alegría que tener un hijo, y para los que no lo tenemos este es el mayor anhelo que podríamos tener.   Pero tener hijos es una enorme responsabilidad, ya que de nosotros depende de que esos hijos sean en el mañana, el estorbo de la sociedad o aquel que contribuya a que la sociedad se trasforme y mejore.  Esa es la razón por la que no debemos tener hijos por tenerlo, debemos pensar en su futuro, y dar lo mejor de nosotros para que él tenga las mejores oportunidades.
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