Las emociones son nuestro gran motor para actuar y vivir la vida, más sin embargo una emoción negativa nos hace perder el control de nuestra personalidad y nos puede llevar a la ruina y al conflicto.
La mente debe dominar el instinto y no al contrario.
Somos básicamente animales, pero nos diferenciamos por el uso de nuestra mente. Entre más avanzada es una especie más uso hace de su mente y gradualmente va manejando sus instintos, de eso se trata precisamente la inteligencia de pensar antes de actuar, de medir las consecuencias de sus actos y de saber cuál es la mejor actitud. Por el contrario, un animal no piensa mucho, sino que mayormente reacciona dejándose llevar por lo que siente. Lo que nos diferencias de los animales, es que a través de la razón somos capaces de controlar y transformar las emociones.
Cuando nosotros nos dejamos llevar por nuestras emociones, cuando somos poseídos por una ira ciega, por unos celos enfermizos, por un rencor sin piedad, por una dañina envidia, entonces seremos muy instintivos y salvajes. En las culturas antiguas las emociones controlaban las vidas, emociones como el temor, la esperanza, el fanatismo, el odio, a medida que pasa el tiempo, nos hacemos más conscientes y por eso manejamos mejor las emociones.
Para dominar el instinto debemos ser conscientes de las emociones.
No se trata de convertirnos en seres fríos y calculadores, ni tan poco en insensibles robots que todo lo calculan, tan solo es saber manejar nuestras emociones, vivirlas pero sin dejarnos llevar de ellas.
Quien es consciente de lo que siente, es capaz de manejar sus emociones, mientras que el que no tiene la menor idea de cuáles son sus emociones, de qué manera se manifiestan y que consecuencias le traen, entonces como podría controlarlas. Nadie maneja lo que no conoce. Una emoción consciente es por ejemplo cuando queremos a alguien y a pesar de querer estar todo el tiempo con esa persona, somos capaces de respectar su espacio, mientras que si no somos conscientes, nos volvemos controladores, invasivos y celosos.
Somos seres emocionales y no podemos evitar sentir muchas cosas, pero esto no quiere decir que no seamos capaces de controlarnos. Por ejemplo es natural que si alguien nos insulta, nos enojemos. Manejar conscientemente esta emoción, es ser capaz de detenerse, reflexionar y medir las consecuencias, tal vez apartarse donde pueda tranquilizarse, mientras que el que no es consciente de esta emoción, reacciona de manera violenta, y en un momento es capaz de perderlo todo.
8 claves para controlar nuestras emociones.
1. Conozca su forma de reaccionar ante las cosas.
En la mayoría de nuestras acciones, lo que más hacemos es actuar de forma reactiva. Es como si fuéramos una máquina, en la que si nos presionaran ciertos botones ejecutamos cierta acción. Esto nos hace predecibles y manipulables. Entonces, si nos presionan el botón del insulto la reacción es la de la ira, si nos presionan el botón del alago, la reacción es la de un favor. Actuamos de manera automática, y esto es algo que debemos evitar.
Descubra cuales situaciones le hacen reaccionar de un modo u otro. Las reacciones pueden irnos conduciendo a lo largo de nuestra vida, por senderos que no queremos, y no sabemos cómo llegamos ahí. Si usted tiene idea hacía donde va, entonces puede corregir el curso.
Mire cómo reacciona ante una persona que es agresiva, o ante alguien que nos gusta, o ante alguien controlador, o en una situación de mucha presión, o cuando nos juzgan. Entonces nos daremos de cuenta de una cantidad de emociones que van surgiendo sutilmente, y así irá descubriendo facetas de su personalidad, y de que debe de cuidarse.
2. Cuestione su salud emocional.
Entre menos control de nuestras emociones tengamos, más reactivos seremos, lo cual es una clara muestra de desórdenes emocionales. Entre más enferma este nuestra parte emocional, más nos invadirán las emociones dañinas, y más difícil será controlarlas. Unas emociones dañinas generan otras emociones dañinas, y si no encontramos la cura, todo nuestro cuerpo se enfermara. Es de ahí que podemos ver personas enfermas del odio, o amargadas, o conflictivas.
Cuando una persona está enferma de celos, de ira, de envidia, tal persona tiene una enfermedad emocional que no se cura con medicinas, y que tampoco se cura con momentos alegres, muy por el contrario, esta permanece y crece en el subconsciente para actuar en el momento menos esperado.
Cuestione su manera de ser, su manera de reaccionar, debe de aceptar que tiene un problemas, para luego proceder con la cura. Empiece a preguntarse si es normal la manera de reaccionar, si eso está bien, pregúntese porque actúa de ese modo. Con esto genera un impacto en su consciencia que le ayudará a cambiar.
3. Pensar antes de actuar.
Antes de reaccionar ante un evento, tomémonos un tiempo para observar y elegir la mejor decisión. Pensar antes de hablar en una reunión, pensar antes de tomar una decisión, pensar antes de decir sí o no, observar y pensar antes de enfrentar un nuevo reto. Son cosas que nos pueden evitar muchos problemas. Y con pensar nos referimos al hecho de observar, medir la situación y sus consecuencias.
Si en medio de una conversación alguien nos insulta, deberíamos ser capaces, de elegir una respuesta adecuada. Calmémonos, midamos las consecuencias de lo que vamos a decir, y escojamos las mejores palabras. Es decir, no tome decisiones en el medio del calor de una emoción, nada bueno sale de ello. Vaya descanse, y al otro día, después que la mente esta relajada, piense en la mejor decisión.
4. Saber medir consecuencias.
Debemos saber medir de tal manera que no pequemos ni por exceso ni por defecto, una emoción es sana en tanto la conservemos dentro de los parámetros. La vida es para disfrutarla en tanto sepamos controlarnos, lo que no seamos capaces de controlar, entonces no lo enfrentemos.
La mayoría de las veces no pensamos las consecuencias. No queremos razonar en medio de una emoción. Haga que el pensar en las consecuencias, tome bastante peso en su decisión. Repase una y otra vez lo que gana y lo que pierde. Este solo ejercicio le ayuda a controlar la emoción.
5. No reprima, transforme.
Podemos llegar a ser conscientes que poseemos una cantidad de emociones que no somos capaces de controlar. Pero el aguantarse lo que hace es ocultar más y más la emoción en medio del subconsciente, para que luego aparezca en formas sutiles, degeneradas e incontrolables.
La transformación implica vivir nuevas experiencia, conocer nuevas cosas, descubrir la naturaleza de esa emoción. Usted no puede transformar una emoción con el conocimiento y experiencia que tiene, debe de ser más maduro y fuerte para poder transformar una emoción.
6. Canalicemos nuestras emociones.
Puede ayudarnos a transformar la emoción, buscándole una salida adecuada a esa emoción y sentimiento que nos consume. Los que tienen reacciones violentas, deberían de canalizarlas a través del deporte, es decir que toda esa energía la usa a favor.
Si nos gusta tanto criticar y no somos capaces de controlarnos, entonces busquemos empleo como críticos de cine o de comida, en donde esto es una virtud que nos puede beneficiar.
7. El alimento de las emociones.
Identifiquemos que cosas alimentan en nosotros esas emociones que no somos capaces de controlar para así alejarse de ello, y luego más bien acerquémonos a todo aquello que alimenta los mejores sentimientos en nosotros. Por ejemplo el estar en compañía de personas deprimentes, nos vuelve deprimentes. El rodearnos de personas emprendedoras, alegres, optimistas, hace que dichas emociones se nos contagien.
El leer libros de superación puede ayudarnos en momentos que somos propensos a deprimirnos. Uno debe consumir aquello que es provechoso para su mente. Igual a como sucede con nuestra parte física, el consumir impresiones dañinas indigesta el pensamiento. Alimente su mente de cosas que son de provecho, que le dan fuerza.
8. Desconéctese completamente.
Las emociones son alimentadas por el lugar, las personas y el ambiente que vivimos. Si usted tiene la oportunidad de abandonar dicho lugar que le produce ciertas emociones, si puede evitar el contacto con la persona, si se le dificulta llegar al objeto de sus deseos, entonces con el tiempo será capaz de abandonarlo complemente.
Lo importante es que aparte de abandonar algo, toda su actividad debe de estar completamente ocupada para que el pensamiento no sea ocupado nuevamente por aquello que le despierta dichas emociones.
Conclusión.
Las emociones son importantes, estas pueden fluir libremente en nuestra personalidad, lo importante es que estas no nos dejen en una posición donde perdemos muchas cosas y luego nos arrepentimos. Las emociones deben de servir a nosotros, a los mecanismos del subconsciente, y no deberían tener el poder de controlarnos. Las 8 claves anteriores serán de gran ayuda.
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