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Podemos decir que no nos importa el qué dirán, después de todo el mantener contentos a todo el mundo, y el tener que dar explicaciones que satisfagan a cada tipo de personalidad es muy difícil; más sin embargo si es un tema de cuidado, ya que somos seres sociales, y la mayor parte de nuestro éxito dependerá del tipo de relación que llevamos con los demás. 

Cuando entramos a un entorno, entramos como amigos de todos, y de un momento a otro resultamos enemistados con alguien, lo mismo sucede al establecer una relación de pareja y que debemos convivir con la otra persona.  Aunque la otra persona puede tener la culpa de muchos de los conflictos, en otros casos todo será por una actitud nuestra de la que no somos conscientes, y que por supuesto nadie nos va a decir.  Así que es nuestro deber identificarlas.  

Porque en relaciones interpersonales no somos objetivos.

A la hora de calificar a los demás, no somos objetivos, alguien nos cae bien o mal, y casi no hay intermedios. No diremos por ejemplo: “esa persona me cae mal porque me ha ofendido diciéndome cara vaca, pero por otra parte me cae bien por su capacidad de liderazgo, es una persona muy ordenada y sabe mucho de su profesión”.  Cuando alguien nos cae mal, es muy difícil reconocer sus virtudes.  En contraposición; quien nos cae bien le aguantamos muchas cosas malas.

Calificamos a las personas por cómo nos hacen sentir y no por la calidad de ser humano.

Algo muy claro que tiene la publicidad es que más que vender algo lógicamente de calidad, lo que se vende son emociones, es más fácil que compremos un producto cuyo comercial es una cantidad de gente pasando bien, que si solo describieran los beneficios del producto.  Esto se explica debido a que nuestra mente tiene una fijación hacia las cosas que producen placer, y esto es mucho más fuerte que las cosas lógicas. Es por eso que una pasión es difícil de vencer por más lógico que sea el tener que abandonarla. 

De este modo son las emociones que producimos en los demás las que nos dan su confianza y aprecio.  La mayoría de las relaciones interpersonales relacionadas con responsabilidades, suelen generar conflictos. Mientras que las relaciones basadas en emociones, en vivir momentos gratos, suelen generar amistad.  Es por ello que es más fácil encontrar amistad en ambientes de dispersión, de parranda, que sostener una amistad cuando se comparten responsabilidades. De ahí que usted puede amar a su pareja mientras son novios, y puede serle difícil soportar cuando de pareja enfrentan ciertas responsabilidades. Por supuesto esto no es una regla general.

 

6 CLAVES PARA IDENTIFICAR NUESTRAS MOLESTAS ACTITUDES

La razón por la que debe preocuparnos este tema es porque una sola acción que hayamos cometido sin percatarnos y que alguien se haya sentido disuadido por ello, puede hacer que esta persona aun con la sonrisa en la cara considere formas de perjudicarnos.

Aprender a identificar porque ganamos la enemistad de alguien, nos hará mejorar nuestras relaciones interpersonales.

1.  El ego y el sentido de propia valía.

Quizás de las cosas más importantes de la vida para un ser humano es su propio ego, su propio sentido de valía, el sentirse importante, ya que eso le da seguridad.  Por lo regular podemos perdonar cualquier ofensa, pero menos la arrogancia, ya que eso ataca directamente a nuestro ego. Cualquier cosa que se refiera a nuestra apariencia y a nuestras capacidades será muy tenida en cuenta.  Así que cualquier referencia negativa a nuestro cuerpo y a nuestra labor, por más razón que tengan los demás, es algo que no perdonamos con facilidad.

Si miramos porque alguien de un momento a otro cambio con nosotros, podemos revisar en este aspecto, y siempre encontraremos una palabra mal dicha que hace referencia a algún aspecto de la personalidad del otro.  El sentido del tacto es algo que debemos aprender a manejar en nuestras relaciones interpersonales, es saber decir las cosas sin que se vea comprometida el sentido de propia valía del otro.

2.  La distribución de los esfuerzos y la valoración del esfuerzo.

Cuando dentro de un entorno encontramos a alguien bueno para algo, inconscientemente tratamos de recostarnos en él.  Esto se debe a que estamos programados a nivel subconsciente para hacer el menor esfuerzo y lograr mayor beneficio. Así que si alguien hace algo bien entonces solemos dejarle todas las cargar al respecto.

El esfuerzo propio es algo que valoramos demasiado, y el saber que hemos invertido nuestro esfuerzo y que otros no tanto, y que hemos sido recompensados de igual manera, es algo que no somos capaces de perdonar. 

Dentro de un entorno debemos de mirar que los esfuerzos estén bien distribuidos y que todos lo tengan bien claro. La falta de claridad en esto hace que otros se aprovechen o nosotros seamos los aprovechados sin que nos demos de cuenta. Nuestra tendencia al facilismo hará que nos recostemos en alguien, así que podemos revisar si hemos abusado del esfuerzo de alguien, y sobre todo le hemos reconocido su labor. Porque algo que no perdonamos es esforzarse y que el otro haga como si eso no hubiera implicado ningún esfuerzo.  Mire y valore el conocimiento y el esfuerzo de otros.

3.  No cuidar algo que a otro le costó mucho esfuerzo.

La razón por la que el dinero es un tema tan delicado, es que cuesta mucho conseguirlo; pero es muy fácil gastarlo.  Entonces; por una parte no valoramos lo que no nos cuesta, y por otra parte es difícil controlarse cuando se está pasando bueno. 

Cada grado de esfuerzo que alguien hace para lograr algo, queda muy grabado, ya que en esto hay muchas emociones implicadas que no se pueden olvidar. Así que cada cosa que se consiga por este medio se aprecia, se valora mucho, y es por eso que se cuida tanto. 

Si consiguió un televisor nuevo, se velará por que se conserve en buen estado y toda falta de cuidado que tengan los demás al respecto generara ofensa. Nadie puede valorar lo que no le ha costado, ya que no hay emociones implicadas.  No caemos en cuenta de aquellas cosas con las que no nos hemos involucrado, así que el cuidar de las cosas que no nos ha valido un esfuerzo no está en nuestras prioridades.   El uso que hagamos de las cosas ajenas, el gasto del dinero de otros, es algo que debemos de revisar y en lo posible compensar en igual medida.  El fallo en este aspecto genera muchas molestias, por más que el otro diga que no le molesta. 

4. Hacer derroches de bienestar delante de quien no lo tiene.

Nos es difícil ver que alguien pasa bueno, mientras que nosotros podemos estar sufriendo. En niveles muy profundos del subconsciente esto nos genera frustración, nos hace cuestionar de la justo de la vida, o de nuestra propia valía, así que simplemente lo manifestamos con una molestia.  El hacer derroches de bienestar frente a alguien que no lo tiene, es ofender al otro y aunque aparentemente no es nada, internamente si lo es, y genera reacciones de algún modo.

5.  Agredir los Territorios mentales de los demás.

Somos territoriales por naturaleza y todo lo que corresponde a nosotros lo guardamos dentro de unos límites muy bien definidos.  El ver que alguien ataca algo que está dentro de nuestro territorio mental es algo que nos ofende.  Dentro de ese territorio de ideas están todas nuestras ideas acerca del bien y del mal, nuestras creencias, las personas por las que guardamos afecto, nuestros objetos preciados, etc. 

Las ofensas contra alguien a quien apreciamos, el ataque hacia las ideas que consideramos como correctas y que merecen ser defendidas, es algo que tomamos como si fuera a nuestra propia integridad.  De ahí que haya tanta persona que es hincha de un equipo de futbol, o hincha de una posición política, o hincha de una creencia (religión, ateísmo, posición científica)  que se pueden volver agresivos ante cualquier referencia negativa que hagan de aquello que tanto aprecian. Lo mismo sucede al decir algo negativo de un amigo o de alguien a quien se admira.

El revisar que incursiones y agresiones hemos hecho a eso que está dentro de los territorios mentales de alguien, de todo eso que aprecia, es algo que nos puede dar muchas ideas de porque alguien de un momento a otros se volvió en nuestra contra.

6.  Cuando ya no somos de confianza. 

Aparte de todas las anteriores también debemos de revisar otras actitudes que hacen perder la confianza, aunque no necesariamente la amistad. 

El cumplir con la palabra es algo que no se toma muy en serio, pero es demasiado importante. El no dar un resultado que nosotros prometimos, es algo que automáticamente hace perder la confianza, nadie volvería a poner su esperanza y los resultados en alguien que se sabe claramente que no cumple con lo que dice.  Lo mismo pasa con la mentira, nadie puede confiar en alguien que le mintió,  no podría volver a estar seguro acerca de si las cosas que le dicen son ciertas o no.

El trato que demos a las demás personas, lo podemos percibir como algo que puede sucedernos a nosotros. El hablar mal de otros, es algo que también puede hacer perder la confianza.  Es como cuando hablas mal de tu pareja, si alguien pretendiera establecer una relación contigo y viera que lo único que haces es hablar mal de tu anterior pareja, entonces eso automáticamente lo puede asumir para sí mismo, ya que puede esperar el mismo trato si todo llega a fallar. 

La otra razón por la que podemos perder confianza que nos tienen los demás, es por el cuidado personal, nadie confía en las personas desaliñadas, ya que si no es capaz de cuidar de sí mismo, mucho menos de algo que le entregue otro. Por supuesto sobra decir que el orden, el cuidado, la responsabilidad que alguien le pone a algo, es algo que califica como actuaria frente a algo que le confiemos.

CONCLUSIÓN.

Son muchas las circunstancias y los actos que nos pueden llevar a tener conflictos con los demás, el aprender a medir nuestras acciones, medir nuestra palabras, y el tener unos mínimos cuidados en el trato con los demás, puede hacer que esas relaciones sean más afables.  Revisar de qué modo pudimos haber atentado contra el ego de los otros, el no valorar sus esfuerzos, el hacer derroches de bienestar ante quien no puede, y agredir los territorios mentales de alguien, nos puede dar respuesta al enojo de los demás.