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 Continuando con el tema de la doble moral, hoy hablaremos de algo que está muy mal interpretado, y es lo del perdón.  He hablado de razones no místicas, debido a que por todas partes se habla del tema del perdón como un mero acto cultural y de amor, algo que hacer porque debe de hacerse, pero sin ninguna intervención de la consciencia. Esto es muy perjudicial para ambas partes, ya que el afectado no logra transformar el impacto psicológico que le genera una ofensa, y el agresor, no suele tomar consciencia de las consecuencias de sus actos.

En esta ocasión hablaremos sobre cuando nos ofenden y no somos capaces de perdonar, y como transformar ese sentimiento de ira por el de tolerancia, de una manera consciente.

  1. Acepta el enojo como una manifestación de tu instinto de supervivencia; pero supéralo como una persona racional.

Cuando surge una ofensa, se genera mecanismos de defensa y protección, ya que nuestro instinto de supervivencia debe asegurar que no haya cosas que atenten contra nosotros. Una actitud pasiva en este aspecto hace peligrar nuestra supervivencia, ya que cualquiera sencillamente podría aprovecharse de nosotros. Considero que un buen ejemplo de esto sería respecto al Pájaro dodo, que se extinguió porque no había desarrollado mecanismos de defensa, debido a su aislamiento. Esta era una especie que existía en las islas Mauricio, y cuando el hombre llego a tales islas, como este animal era amistoso y no huía cuando les cazaban, entonces rápidamente se extinguió.

Así que no hay ningún reparo en sentirse ofendido, estos son mecanismos subconscientes que nos dan una alerta de que algo atenta contra nuestra supervivencia. No luche contra ese sentimiento, simplemente déjelo fluir pero no lo deje ahí para toda la vida. Si sientes como un animal, actúa como un hombre. Es decir, con consciencia, aprende a transformar esos pensamientos, a prender a solucionar ese estado.

  1. Somos demasiado sensibles, quizás te estas ofendiendo por nada.

Lo que lleva a alguien a ofenderse con facilidad, está relacionado con sus vacíos, con sus antiguas heridas,  que entre más profundas son, más sensibles eres. Hay personas que son muy sensibles a cualquier comentario sobre su apariencia, sobre su estatus social, sobre su personalidad, se ofende. Todo ello se puede deber a problemas de la infancia, donde fue sometido a burlas, a aprovechamientos, una infancia llena de carencias, de inseguridades, que cualquier cosa activan un mecanismo de defensa muy sensibles.

La conclusión de esto es que en la mayoría de los casos que nos ofendemos son por cosas que no valen la pena, por cosas que están en nuestra imaginación, o por cosas que él otro no tuvo intensión. Cosas que no hay que ponerle cuidado, que deberían dejarse pasar de largo, ya que no atentan directamente contra nuestro instinto de supervivencia. Reconozca que quizás te estás pasando de consentido, de sufrido, y que debes aprender a tener un poco más de valentía, y aprender a vivir en sociedad. No te conviertas en un bicho raro que todo le lastima.

  1. El peligro de caer en las expírales de odio, de hipocresía.

Estamos de acuerdo que en la mayoría de los casos no existe intensión por parte de los demás de ofendernos; pero ¿qué pasa cuando si hay dicha intensión?, pues que cuando hay intensión, en la mayoría de los casos es porque esa persona está respondiendo ante una ofensa que le hayamos hecho. Nadie anda deliberadamente con la intención de agredir a otro porque si, la mayoría de las intenciones de hacer daño a otro voluntariamente es debido a que dicha persona se ha sentido agredida. Entonces al nosotros responder a dicha agresión, iniciaremos un círculo vicioso de mutua agresión que se convierte en una espiral de odio, de la que no se puede escapar. Por lo regular las personas que caen en esto terminan mutuamente destruidas. Hay una frase muy cierta que dice: “ojo por ojo y todo el mundo estaría tuerto”, creo que la frase se queda corta, y yo diría que todos estarían sin ojos, sin dientes y sin nada.

Eso sucede en personas muy instintivas, pero ¿qué pasa cuando aparentemente somos civilizados?, pues que nos volvemos muy hipócritas, atacamos por detrás, y de frente sonreímos, ya que sabemos que no está bien entregarnos a la locura salvaje de las agresiones. Es mejor que si algo le molesto, debe de mostrarlo y aclararlo, y no hacer como los débiles de carácter que atacan por la espalda. Si no fue capaz de aclarar el asunto con la persona, entonces es mejor alejarse. Hay personas con las que sencillamente no se pueden convivir. Es como el agua y el fuego, no se llevan bien. Acepta que hay personas diferentes a ti, no tienes por qué llevarte bien con todo el mundo, simplemente trata no de establecer contacto.

  1. Piensa en toda la cantidad de consecuencias que vendrían, no te rebajes, eres una persona educada.

Lo que nos diferencia de los animales, es la capacidad de pensar y medir las consecuencias. No eres un salvaje que reacciona de cualquier manera. Sabes todas las cosas que pueden venir de ahí en adelante, después de darle el puño al otro, de destruirle la moral, de acabar con su fama.

No te acostumbres a reaccionar como un animal, no eres un salvaje, eres una persona culta, educada. Los seres humanos resuelven sus asuntos con inteligencia, y los animales y salvajes a los golpes. Piensa desde un punto de vista superior e inteligente, y verás como la visión del asunto cambia.

  1. Esos días en los que amanecemos más estúpidos que otros.

Nadie anda por la vida mirando como cada uno de sus actos va a ser tomado por cada quien que le rodea. Incluso nosotros mismo podemos estar ocupados de nuestros asuntos y de pronto de la nada puede aparecer alguien ofendido por cualquier cosas de la que no tenemos ni idea. Así que tengámoslo muy claro, de que la mayoría de las veces que nos ofenden, son cosas que el otro no tiene ni idea.

No me canso de repetirlo, y es que nadie es lo suficientemente sabio como para siempre actuar bien, sin cometer error alguno. Sencillamente, estamos muy expuestos a cometer un error en cualquier momento, y dicho error puede destruir la vida de alguien. Hay días en los que amanecemos menos lúcidos, y se nos da por hacer un comentario que no debe hacerse, o de hacer un acto que nos deja plenamente en ridículo, y sentimos que los demás nos miran con odio, hay otros que nos declaran la guerra, y no nos perdonan. Pues la misma situación le puede suceder a otro, en la que puede amanecer en un día de esos en los que comete una estupidez que afecta profundamente nuestra vida, y nos la cambia para mal.

Hay gente que actúa estúpidamente en algún momento, la pregunta es ¿vale la pena reaccionar también estúpidamente?, si el otro fue estúpido, tú no tienes por qué serlo. Ante ofensas muy duras, el dolor puede ser inmenso, y por supuesto debemos dejar que surjan nuestros sentimientos de ira; pero en algún momento debemos superarlo y no quedarnos solo en el odio. Lo mismo cuando ofendemos a otros y somos conscientes de lo que hicimos, entonces debemos ver como el otro se ofende y seguramente lance una escalada de represarías en contra de nosotros, debemos aguantarnos, debemos responder por las consecuencias de nuestros actos.

Debemos aprender a madurar, no somos niños que actuamos como lo hacíamos en el colegio: “a la salida nos vemos”, “voy a rallarte la camisa también”. Los niños no tienen argumentos para superar una situación, pero los adultos sí. Deja de ser llorón y actuar como un bebe, eres un hombre y eres inteligente, y actúas como tal. Si tú buscas el perdón a causa de lo estúpido que puedes ser a veces, debes aprender entonces a perdonar las estupideces de otros.

  1. La comprensión consciente es el mejor remedio.

Son muchas las razones que pueden llevar a un hombre a hacer ciertas cosas mal. La genética, los trastornos mentales debido a un accidente, problemas psicológicos por conflictos no resueltos de su pasado, o sencillamente falta de consciencia.

Por lo regular, la mayoría de nuestros actos son inconscientes, nadie por lo regular sabe el alcance de sus actos, hasta que no haya experimentado sus consecuencias. Por ejemplo, existen personas muy dadas a ofender a otras, y es que sencillamente no saben del alcance y el efecto que tiene sus palabras en la consciencia de los demás. Solo cuando en carne propia haya experimentado el dolor que le puede producir ciertos comentarios, o que dichos comentarios hayan sido dirigidos a un ser querido, entonces sabrá sobre la importancia de saber medir sus palabras. Así pasa con la mayoría de nuestros actos que no tenemos ni idea de cuan devastadores pueden ser sus efectos para otros.

La intolerancia frente a las fragilidades y errores de los demás, denotan una profunda falta de comprensión y por tanto de experiencia de vida. Cuando hemos vivido muchas cosas, entonces comprendemos aquellos que pueden estar pasando por las mismas que nosotros. Por ejemplo aquel que haya experimentado verdadera hambre puede comprender lo que muchos pueden hacer con hambre, los que hayan experimentado las cosas devastadoras que se pueden hacer en medio de una ira, pueden comprender a aquel que actúa bajo el efecto de una ira. Mientras muchas cosas no se hayan vivido ni experimentado será muy difícil comprender y por tanto perdonar a otros.

Miremos el caso de una madre que siempre defiende a su hijo, y es porque lo vio crecer y sabe porque actúa de cierto modo. Solo la madre que vio crecer a su muchacho, comprende el porqué de sus actos, y por eso le perdona. El conocer las razones que llevan a otra persona a actuar de un modo u otro, es lo que nos permite ser más tolerantes

Para terminar te invito a leer uno de los artículos más populares de este blog: «Como superar el sentimiento de enfado cuando nos hieren y nos ofenden».