Muchas veces a lo largo de nuestra vida, nos hemos visto envueltos en situaciones donde nos sentimos llenos de rabia, de miedo, de rencor, de deseo, deprimidos, y angustiados.  Estos sentimientos en si no son malos, ya que son la pura expresión de la naturaleza humana, y a veces hay que dejarlos fluir.

El problema radica cuando no somos capaces de manejarlos, y podemos terminar en situaciones que no queremos.  La capacidad de reflexionar es algo que nos diferencia de los animales, y es por el uso de esta, que podemos amarrar emociones negativas.

 

1.  Siempre debemos recordar el mejor beneficio.

Hay ocasiones en las que sencillamente queremos mandar todo al demonio; pero no lo hacemos porque pensamos en todo lo que podemos perder.  La razón por las que muchas veces nos dejamos llevar por esas emociones negativas, es que no tenemos suficientemente claro por qué debemos detenernos.

Debemos identificar en qué áreas somos emocionalmente vulnerables, qué posibilidades hay de que reaccionemos mal, y luego recordar por qué debemos compártanos bien.  En la medida que usted recuerde lo que puede perder y lo que puede ganar por dejarse llevar por una emoción, su pensamiento alimentará la emoción positiva y debilitará la negativa.

Si está en medio de una depresión y tiene seres queridos, deberá recordar que debe levantarse y luchar por sus seres queridos, y no hacerles sufrir. Así con cada emoción, piense a quien hace sufrir, todo lo que puede perder en un instante, ¿está dispuesto a mandar todo al demonio y seguir sufriendo o prefiere seguir luchando por que las cosas salgan bien?  Estas reflexiones nos harán coger fuerza, tómese su tiempo en hacerlas.

2.  No dejes acumular reactividad.

Una reacción es una emoción alimentada por muchos pensamientos. Es  decir que un solo pensamiento no lo hace reactivo ni incontrolable a usted, si no muchos de ellos. Si le han ofendido, es solo el continuo recrear en nuestra mente de la ofensa que le hicieron, la que hace que cada vez se llene de más ira, la cual quedará acumulada para salir a flote en el momento menos esperado, y de la manera más extrema.

Si continuamente estamos pensando en la ofensa de alguien, y como debemos vengarnos, es claro que algún momento lo haremos, porque la emoción se va acumulando.  Si pensamos que alguien nos hace falta, y que deberíamos ir a buscarle, eso también lo haremos. Si pensamos que tenemos temor de hacer algo, de que quizás no estamos preparados, entonces llegado el momento, nuestras fuerzas no nos responderán.

La clave es sencilla, no dejemos acumular en nuestra mente esos pensamientos que sabemos que nos va a llevar en una dirección en la que no queremos estar.  Hay que evitar situaciones que propicien ese tipo de pensamientos, como el de  hablar con amigos que propician emociones positivas, leer libros positivos.  Debemos hacer actividades que por lo menos nos eviten pensar en ello.  Evitando la acumulación de pensamientos negativos le será más fácil controlar su emoción.

3.  No tome decisiones bajo el dominio de una emoción.

Es supremamente peligroso actuar dominados por una emoción incluso si esta es de mucha alegría, ya que bajo su influencia no pensamos en las consecuencias, y no medimos ni lo que hacemos ni lo que decimos.

Sentir alegría no es malo, de hecho es muy bueno para la salud, pero que tal que alguien le haga una propuesta y usted en medio de la alegría dice que sí, entonces puede llegar a terminar involucrado en lo que no quiere.  Lo ideal sería aplazar las decisiones para pensarlas con un poco  más de calma.  Si alguien nos ha insultado, no debemos reaccionar de una, al menos hagamos el esfuerzo por tomar su tiempo para reaccionar, ojala tenga preparada la respuesta al día siguiente.

Si está en medio de una depresión, en medio de una ira, del pánico, entonces evite hacer acciones, tomar decisiones.  Haga todo lo posible por calmar la emoción, y una vez en plena tranquilidad, tome una decisión.  Nada bueno surge de tomar decisiones en medio de una emoción, tenga esto claro, y la próxima vez que le ataque una emoción fuerte; entonces luche por tranquilizarse,  ya sea respirando, caminando, alejándose del lugar, esto es fundamental.

4.  Cuando la rutina se convierte en tu mejor aliado o tu peor enemigo.

Básicamente en la vida toda tiene su lado bueno y malo, la rutina es una de ellas.  El lado malo de la rutina es que puede volver estéril nuestro pensamiento, carente de ideas y no seamos capaces de encontrar una salida a algo que puede ser sencillo.  Pero por otro lado, la rutina es nuestro mejor aliado para llevar nuestros propósitos a buen término. En medio de la rutina las cosas no nos cogen por sorpresa.  La rutina llena de hábitos positivos nos lleva a lograr todo tipo de propósitos, y la rutina llena de malos hábitos, nos destruye gradualmente.

Si queremos lograr algo, debemos volver costumbre aquellas cosas que nos lleva a la meta, e ir abandonando aquellas cosas que no tienen que ver con la meta.  Piense en las cosas que hace todos los días, cuáles de ellas le aportan realmente algo positivo y cuáles de ellas le están afectando negativamente.  Una vez esto está claro, entonces deberá reemplazar los hábitos negativos.  A veces nuestra vida puede ser un caos, y es por la sencilla razón de que hay ciertos detalles que hacemos diariamente que nos está perjudicando.

 5.  No asuma o no enfrente una situación en una posición de fragilidad.

Un frágil viento no es capaz de hacer doblar al firme roble, un niño no puede pelear en igualdad de condiciones que un hombre adulto, una débil gota de agua no puede partir una roca, es decir que nada débil podrá contra algo fuerte.  Entonces ¿porque habrían de descomponernos otras personas? Si alguien tiene el poder de descomponernos es porque nosotros somos más débiles que él. Serenidad o furia, indiferencia o deseo, son los opuestos entre fuerza o debilidad.  Reflexionemos acerca de nuestra actitud. Si nuestra actitud es de debilidad; entonces tenemos pocas posibilidades de triunfar.  Usted no puede ganar una discusión si el iracundo es usted y el otro es el sereno, usted no puede reconquistar a alguien si usted es quien está lleno de deseo y el otro es el indiferente.

En situaciones en donde estamos en clara desventaja, es mejor alejarse, volvernos más fuertes y luego volver a intentarlo.  Si usted está en una discusión con alguien y lleno de ira, aléjese, recupere el control de sus pensamientos, prepare unos buenos argumentos, y una vez tenga la mente clara, vuelva a intentarlo.  Si usted está lleno de amor por alguien que le es indiferente, aléjese, recupere el control de sus pensamientos, desarrolle habilidades de seducción, vuélvase alguien que la otra persona pueda desear, y una vez hecho esto, vuelva a intentarlo. No se puede esperar algo positivo enfrentando una situación con desventaja.

Afortunadamente, en cualquier aspecto de la vida siempre se puede mejorar, no podemos esperar triunfar con las mismas fuerzas que una situación nos venció, debemos mejorar, y una vez hecho esto, entonces estaremos a la altura de la situación y podremos salir triunfantes.